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viernes, noviembre 22, 2024

NARCISISMO, PSICOPATÍA Y MAQUIAVELISMO

Narcisismo, psicopatía y maquiavelismo. Un comentario personal en torno al atractivo sexual y la mala calidad de las relaciones de pareja entre hombres y mujeres.

Un tipo con marcados rasgos de psicopatía, narcisismo y maquiavelismo, podrá ser muy excitante y/o divertido y cautivador, porque claro, a cualquiera le pone la idea de estar con alguien que vive al límite y no respeta ningún límite, de acuerdo. Pero difícilmente será a un mismo tiempo, alguien monógamo, porque el cometido de sus funciones primarias, no van a otra cosa que conseguir aparearse lo antes posible y cuantas veces pueda. Pero si lo tuyo es la obstinación patológica de sentirte tan jodidamente especial, que incluso te creas con el poder de cambiar y domesticar al que te alborota las hormonas contra todo sentido, por ser un perfecto idiota, cuya única gracia es que te garcha muy bien, perfecto.

Nomás eso sí, si decides quedarte ahí apoltronada, cautiva por tus más bajas pulsiones o fantasías, –no necesariamente sexuales–, al menos ten la congruencia de no esperar que te vayan a ser fiel. Porque alguien que sólo vive para satisfacerse a sí mismo, jamás dará otra cosa que lo que ya es, promiscuidad acompañada de una alta dosis de emoción, y punto. Mucho menos esperes responsabilidad afectiva, o siquiera algo que se le parezca a la empatía, porque el rollo con el imbécil que tanto te pone por egoísta, es que tiene una alta responsabilidad, pero con la obtención de la mayor cantidad de placeres al menor costo y esfuerzo posibles.

El narcisista, como el estafador emocional que en realidad es, es por definición el mayor de los vendedores posibles, y lo que vende, –con terrible éxito por cierto–, es la idea de que él y nadie más que él, es el mejor de las opciones posibles para aparearse y/o divertirse. Una encomienda que tendrá mayores posibilidades de funcionar, cuanto más acelerada y/o descontrolada sea la cosa, porque de lo que se trata, es de venderse a sí mismo, lo antes posible, que es de hecho la única posibilidad de mantener el engaño de forma exitosa.

De otro modo, si se pasa el tiempo suficiente con la persona que cautiva porque sencillamente no se le conoce como realmente es, es que si se pasa el tiempo suficiente para conocer a la persona que se tiene de frente como realmente es, y no que el mismo afirma ser, difícilmente la fantasía que el gran vendedor narcisista ofrece, de ser un tipo encantador, seguro de sí y grandilocuente, surtiría el efecto que comúnmente suele ejercer. La cosa es ir a la cama, o a la acción, cuanto antes. Para no tenerse que ver confrontados mutuamente, con la realidad de que el vendedor no es todo lo que decía ser.

Que tipos que son un auténtico desastre puedan llegar a tener tanto éxito sexual, cuando se supone que a nadie le gusta que lo traten como basurero sexo afectivo, habla no sólo de la alta posibilidad de que todos vamos cargando un sinfín de heridas de las que rara vez nos atrevemos a hacernos cargo, como es debido. Sino también, de que difícilmente nos tomamos el tiempo suficiente de valorar y/o conocer a aquellas personas que nos atraen. Así es muy fácil terminar casi sin darnos cuenta, en un permanente atolladero de malas relaciones que sólo se refuerzan por cualquier cantidad de refuerzos intermitentes, y/o de emociones terriblemente adictivas, pero también muy destructivas.

Con tales perspectivas, no es de extrañar que una gran mayoría de mujeres terminen creyendo, como de hecho se escucha por todos lados, que todos los hombres son iguales. Pero cómo carajos no van a salir todos iguales, si a los únicos que le dan bola, –se atrevan a decirlo o no–, es al mismo conjunto de manipuladores que tan atractivos les resultan, al tiempo que se descartan a más de la mitad del propio género masculino, quesque porque no son tan emocionantes y/o divertidos o cautivadores que los “chicos malos”. ¿Qué clase de responsabilidad afectiva es esa que se cimenta en ir en contra del más elemental sentido común; y encima no hacerse cargo de las consecuencias cuando estas caen con todo su peso?

Desde luego, no han de faltar las mujeres que crean, o decidan excusarse con el argumento de que no es tan fácil la elección de una pareja medianamente consistente y/o responsable, porque no siempre los narcisistas presentan un único perfil o conjunto de rasgos, y es de hecho probable que incluso pretendiendo evitarlo, se les llegue a colar uno de esos tipos que simulan ser empáticos, sólo para quitarse la máscara tras de un tiempo, y terminar revelando que, una vez más se han vuelto a equivocar. Y lo que es peor, lo han hecho con el tipo que se pensaba que era todo lo contrario a lo que sus esquemas y carencias afectivas dictan que debería gustarles. Y pienso: pero claro, cómo carajos no se van a equivocar, si con más frecuencia de lo que se reconoce, se termina eligiendo pareja sexo afectiva, contra todo pronóstico, apurando los trámites lo antes posible.

Como si inconscientemente se tuviera la sospecha, de que cuanto antes se despache el trámite del apareamiento y/o la diversión sexo afectiva, menores serán las posibilidades de decepcionarse antes de tiempo. Ese no puede ser en lo absoluto un referente con el cual conseguir y/o establecer una relación que verdaderamente rinda los frutos que un vínculo emocionalmente estable y maduro se supone que promete. No, nadie debería porque conformarse con menos que una pareja que auténticamente le respete y sea recíproca. Por la sencilla razón de que donde no hay reciprocidad, no hay pareja. 

Y si no existe una pareja, no hay relación por la que luchar para salvar. Si sólo uno de dos le pone empeño, no hay compromiso; y perdonen que lo diga así, pero si no hay mutuo compromiso, no hay entonces absolutamente nada, por mucho que intentes hacerte a la fantasía de que se está luchando por un amor a prueba de todo. Podrá haber cohabitación, incluso vínculo o asociación por necedad, utilidad, diversión o conveniencia, pero pareja, lo que se dice una pareja, o una auténtica relación, si no hay reciprocidad, es imposible.

Es necesario por tu bienestar, paz y/o tranquilidad personal, dejar de confundir codependencia o simple atracción por un tipo desastre, con relación. Las codependencias son vínculos tóxicos, que asfixian, limitan y degradan, e incluso, –si lo permites–, pueden llegar a destruirte. Y si tu propio malestar, no es lo suficientemente significativo o importante, para que busques autoprotegerte, tienes la impostergable tarea de grabarte a fuego, –como si tu vida dependiera de ello–, que nadie, por más mal que le haya ido en la vida, está para andarse conformando con tan poco. Luego entonces, ¿por qué seguirse auto engañando con que se quiere una cosa, cuando en realidad se termina prendado de todo lo contrario?

¿No sería en todo caso mucho más saludable comenzar con decir que los canales del deseo humano, rara vez discurren por el mismo derrotero que lo hace la responsabilidad afectiva que en todos lados se predica como el santo grial de las relaciones afectivas? Lo sé, no es nada fácil atreverse a decir y/o reconocer verdades incómodas, de esas que pese a ser todo lo políticamente incorrectas que se quiera, no dejan de ser mucho más ciertas u honestas que lo que el común de la gente se atreve a decir al respecto. Digo, que nos podamos equivocar de vez en cuando en el difícil trance de elegir a alguien que además de gustarnos, resulte afectivamente conveniente y/o responsable, es posible, desde luego, pero equivocarse persistentemente del mismo modo, sin duda que habla más de quien elige y el modo en el que lo hace, que de las propias parejas potenciales.

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