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viernes, noviembre 22, 2024

UN AÑO YA DE PANDEMIA Y NO HAY TODAVÍA NADA CLARO

#MÉXICO #OPINIÓN

UN AÑO YA DE PANDEMIA Y NO HAY TODAVÍA NADA CLARO

Por Emanuel del Toro.

Parece mentira que ha pasado ya un año en México desde el comienzo mismo de la pandemia por covid-19. De pronto temas sanitarios que rara vez son motivo de noticia, acapararon la atención de la opinión pública mundial. Una realidad sólo imaginada en las películas, la de una afección de salud capaz de poner en jaque nuestro estilo de vida, se volvió en pan nuestro de cada día.

Sin embargo, al día de hoy no se tiene en claro qué derrotero habrá de seguir la cuestión; de hecho, buena parte de las críticas que se vierten al respecto, coinciden en señalar la insuficiencia de las respuestas que el gobierno federal ha planteado para atender la expansión de los contagios. Lo que ha terminado incidiendo tanto sobre lo económico, como sobre lo social y en última instancia promete llegar a tener consecuencias políticas.

No ha habido en realidad un solo aspecto de nuestras vidas que no ha debido reorganizarse, bajo el supuesto de que el único recurso efectivo para contrarrestar la situación, sea reducir drásticamente el desplazamiento y/o movilidad de la población. Sin embargo, pese a lo que se ha intentado en términos de disminuir la exposición de la ciudadanía, es un hecho que el esfuerzo por promover el confinamiento domiciliario voluntario ha sido insuficiente.

En el terreno de lo inmediato, los resultados no se han hecho esperar, toda vez que se ha dado una afectación generalizada sobre lo económico, mismo que se ha traducido en un cierre de comercios y el despido masivo de una parte significativa de la planta productiva del país, lo ha terminado encareciéndolo todo.

Si ello se suman las consecuencias emocionales producto del confinamiento domiciliario, así como los efectos que dicho confinamiento ha tenido sobre la educación, tenemos hoy por hoy, el caldo de cultivo perfecto para un aumento generalizado de la violencia doméstica, así como una erosión lenta pero inexorable de la estructura del tejido social, lo que ha terminado por minar representaciones las propias representaciones partidistas.

O lo que es lo mismo, a un año de iniciada la pandemia en México, en vez de darle la imagen como un gobierno capaz y eficiente, la actual coyuntura política ha terminado mostrando con mayor claridad los límites reales de la actual administración federal, misma que no parece capaz de encajar su propuesta original de combatir la corrupción con las exigencias derivadas del surgimiento de la pandemia misma. Una debilidad que a su vez, coincide en un momento donde no parece haber una sola figura entre la oposición capaz de capitalizar todos los efectos negativos que hasta este momento se han sentido, y traducirlos en una voz que pueda en efecto llamar a una interlocución que modere excesos. 

Ese y no otro es el motivo, por el cual la definición de la arena política a lo largo y ancho de todo el país, se ha visto tan accidentada. Por lo que en todas las localidades se ha terminado viendo un encontronazo entre los intereses de las élites locales y los intereses del propio gobierno federal, el cual ha terminado por hacerse imponer en la mayoría de las localidades. Queda por resolver a qué costo.

En tales consecuencias lo de menos por decir, es que se espera una disminución de las votaciones en el actual escenario. Lo mismo porque se trata de elecciones no concurrentes, es decir, donde no se definen más que posiciones locales; tanto porque la definición misma de las candidaturas dejó su propio saldo pendiente de inconformidades que han terminado minando la cohesión y entereza de las propias representaciones políticas que se han visto obligadas a recomponer sus propios arreglos y/o lealtades. 

Sin embargo, fiel a su lógica política, el actual gobierno parece incapaz de escapar al posicionamiento que por definición lo llevó al poder, ya que sigue manejando un nivel discursivo, donde sus prioridades no están ni por asomo centradas en la superación de la pandemia misma, antes por el contrario, la práctica totalidad de sus posicionamientos parecen estar puestos en las elecciones y el discurso del combate a la corrupción. Ese y no otro es el motivo por el que parece haber tanta urgencia por restablecer la movilidad de la sociedad.

Un posicionamiento que despierta la animadversión de propios y extraños, toda vez que hoy por hoy, existe el fundado temor de que presionar para que la totalidad de la planta productiva del país, así como de los planteles educativos reanuden actividades de modo rutinario, termine por disparar un aumento incontrolable de contagios, al punto tal de que no son pocas las voces que preconizan la posible de una tercera ola de contagios masivos si acaso se llegan a relajar las medidas restrictivas que hasta la fecha se han llevado a cabo.

Insisto, parece mentira que a un año de iniciada la pandemia, parece haber aún más dudas, que certezas; es raro decirlo, pero si algo medianamente parecido hubiera sido vislumbrado hace un año, difícilmente se lo hubiera creído. Esperemos pues que ambos bandos del espectro político, tanto gobierno federal como la propia oposición, terminen por comprender a cabalidad la seriedad del reto que hoy nos responsabiliza a todos. Porque como no lo entiendan, es ampliamente probable que el resultado termine por ser todavía más complicado que lo que hasta este punto hemos vivido, malogrando las posibilidades de mejoría para todos.

abril 6, 2021

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