Por lo visto, a pesar de que Sheinbaum se ha dedicado a obedecer las instrucciones del Presidente norteamericano Donald Trump, en el sentido de combatir el tráfico de fentanilo; aminorar la migración y; alejarse de la alianza comercial con China, de poco han servido las acciones emprendidas.
La amenaza de imponer medidas a nuestro país se comienza a materializar. Tanto la declaratoria de considerar en calidad de terroristas a los carteles mexicanos; como las cargas tributarias a productos de exportación con destino a los Estados Unidos, resultan motivos de gran preocupación por sus consecuencias.
Las reuniones de alto nivel tanto del Secretario de Economía Marcelo Ebrard y, del Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana Omar García Harfuch, con sus homólogos en el país del norte, no tuvieron los efectos esperados.
Lo anterior se corrobora con la imposición de los aranceles y su entrada en vigor, que finalmente era el punto neurálgico por tratar, donde no pudieron disuadir a los interlocutores ni siquiera entregando a 29 criminales en bandeja de plata.
Ese suceso es extremadamente curioso, pues optaron por brincarse todas las normas jurídicas incluyendo la propia constitución -lo que no es ninguna novedad en este régimen-, para poner a los delincuentes en manos de la justicia norteamericana, prácticamente sin ninguna restricción.
Si bien, no es mi pretensión la defensa de esas personas, si es causa de alarma el total rompimiento del estado de derecho, pues sin facultades ni asidero legal, decidieron en una acción sin precedente, de manera sorpresiva enviar a una autoridad extranjera a 29 procesados, sin el tamiz de la extradición.
El acontecimiento tiene diversos ángulos: el primero, es susceptible de observarse en calidad de ofrenda, un regalo para atemperar las drásticas decisiones de Trump, sin embargo, al parecer no fueron suficientes para que cambiara de opinión; por otro lado, tampoco ayuda el justificarse con la incompetencia de nuestro sistema de procuración de justicia y de su administración, pues ese pretexto sirve para fortalecer los ánimos sancionadores del vecino.
La hipótesis más cercana a la realidad consiste en un episodio producto de la desesperación, echando mano de personas solicitadas por los norteamericanos, con el objetivo de contener su ira, sin embargo, el plan X, tampoco sirvió.
Así las cosas, la situación se prevé harto compleja cuando tenemos un país institucionalmente desmantelado, con una economía frágil, la imagen hacia el exterior es vergonzosa, nos tachan de narcoestado, corruptos, sicarios y alineados con gobiernos de corte autoritario. No hemos podido reponernos de los efectos causados por la pandemia del COVID y, ya estamos nuevamente entrando a un proceso de recesión.
A todo ello hay que sumarle la violencia, inseguridad, la caída de las remesas, la paridad peso-dólar y, seguramente el estancamiento de inversiones, pérdida de empleos e inflación, rematando con una elección judicial que es fuertemente cuestionada por propios y extraños.
Los retos son enormes, Trump, quiere cabezas de alto rango; los inversionistas garantías y certidumbre jurídica. Tales exigencias requieren drásticas decisiones, pues en el fondo han perdido la confianza en el gobierno y la cuestión que nos preguntamos: ¿será capaz Sheinbaum de poner orden o tendremos que enfrentar las consecuencias?