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SENSIBILIDAD SOCIAL
Por Emanuel del Toro.
Una de las cualidades más significativas del actual Presidente desde sus primeros años como líder de la oposición fue saber conectar con la sociedad a la que aspiraba a gobernar. Fue de hecho su enorme sensibilidad para captar los problemas de los sectores más vulnerables del país lo que le catapultó como un líder político con enorme legitimidad, no en balde comenzó su presidencia como uno de los mandatarios con mayor aprobación social en los últimos 40 años.
Quizá por ello sorprende la tibieza y/o desconocimiento que el Presidente muestra para con la lucha feminista en contra del pacto patriarcal y su significado en términos de dignificar a las mujeres, ya que se trata por definición de un tema todavía pendiente, y que sin embargo se encuentra en buena medida anclado a la superación de los propios problemas de disparidad social que desde siempre han caracterizado su éxito como político.
Pocas veces durante lo que va de su mandato, ha quedado de echo tan expuesto a un problema público para el que parece no tener respuesta clara, como ha venido ocurriendo desde que el tema de la lucha feminista cobrara notoriedad. En varias oportunidades el jefe del Ejecutivo ha dejado entrever su franco desconocimiento sobre la cuestión, incluso su recelo al propio movimiento feminista al que ha calificado de estar en sintonía con la oposición a su gobierno.
En ese sentido habría que decir que desde luego que nadie está obligado a saberlo todo, pero sí que sorprende la poca importancia que el Presidente otorga a la cuestión y/o el recelo que muestra a las movilizaciones subsecuentes en el marco de la contienda electoral por la gubernatura de Guerrero, dentro de la cual el candidato de Morena, Félix Salgado Macedonio ha sido acusado en varias oportunidades de violación sexual.
Lo que ha devenido en que su candidatura misma esté hoy en vilo y pudiera de hecho terminar siendo retirada; hasta que la Comisión de Elecciones lo resuelva –según declaraciones de Mario Delgado, dirigente nacional de Morena. Lo que naturalmente obligaría a este partido a terminar eligiendo nuevo candidato, so pena de terminar pagando las implicaciones de no hacerlo con un nuevo revés electoral, como ya ocurrió por distintos motivos en los casos de Hidalgo y Coahuila.
Al margen de lo que finalmente ocurra o no con la candidatura del aún abanderado morenita en Guerrero, lo menos por decir es que el Presidente muestra hoy una posición bastante conservadora, un tanto más parecida a la de los gobiernos que alguna vez cuestionó, que a la de posiciones progresistas con las que históricamente se le identificó como jefe moral de oposición nacional.
Si López Obrador aspira a seguir conservando la legitimidad social de la que hasta ahora ha gozado por su capacidad de captar las necesidades de los sectores más vulnerables del país, haciendo gala de sensibilidad social, es imperativo que el jefe del Ejecutivo sepa flexibilizar su pensamiento y proceder frente a un movimiento que históricamente siempre se ha identificado como tal con la izquierda, no necesariamente con el propio Morena, pero si al menos con las posiciones más vanguardistas de la misma corriente de la que su propio partido dimana.
La incapacidad de López Obrador para comprender la lucha del feminismo lo ubica hoy por hoy muy a su pesar en el espectro conservador de la política; su falta de tacto y/o visión al respecto es más que evidente y podría terminar por minar sus aspiraciones para consolidar el proyecto de transformación por el que lleva una vida luchando. No cabe duda que las sociedades cambian mucho más rápido no sólo que la velocidad de sus gobiernos para dar respuestas a sus inquietudes, lo hacen a veces, también mucho más rápido de lo que una persona puede.
Pero ojo, el dilema al que refiere no es sólo una cuestión de índole personal o perceptiva, antes bien tiene implicaciones institucionales. Porque en el debatirse si el feminismo tiene o no la legitimidad de pedir que temas que no son llevados a la agenda de lo público tan habitualmente, terminen por ser incluidos como asuntos de primer orden para evitar con ello que las agresiones a las propias mujeres se sigan aceptando como si de lo más normal se tratara, se termina necesariamente ampliando la discusión para superar las disparidades sociales que históricamente nos han caracterizado.
Terminar por dilucidar entre una ampliación o la propia continuidad de lo que hasta aquí ha intentado, descalificando en consecuencia la lucha feminista por considerarla sólo una estrategia de la oposición, parece ser el caso de lo que hoy ocurre con el Presidente. Lo que no quiere decir que esté todo perdido para la lucha que representa, sin embargo no menos cierto es que le hace falta trabajar para ampliar su visión, y lo digo así, para ejemplificar lo mucho que el mundo ha cambiado en la última década en términos sociales, pero también en términos de los retos más inmediatos; piénsese por ejemplo lo que hasta este punto ha ocurrido con el tema la pandemia, en donde un tema que ni por asomo figuraba entre los asuntos públicos más significativos del país a inicios del año pasado, ha terminado teniendo repercusiones mundiales.
Luego entonces, me parece que es momento de tomar aire fresco para el Ejecutivo nacional y abrirse a nuevas ideas que puedan contribuir a madurar sus esfuerzos para que las demandas que toda la vida encabezó desde la oposición en efecto se traduzcan en resultados sociales que sepan retratar con exactitud las necesidades que el país tiene al día de hoy, para lo cual es preciso no sólo cambios en el pensamiento, sino también la disposición para flexibilizar las capacidades gubernamentales en aras de ampliar los alcances de sus políticas públicas.
marzo 1, 2021