La fallida reunión de trabajo entre la Comisión de la Defensa Nacional de la Cámara de Diputados y el titular del ramo ha puesto de relieve la piel sensible de los militares, ni están acostumbrados como tampoco pertenecen al ámbito político, saben bien, que las cuentas solo las rinden a sus superiores.
Es de reconocer que han tenido un papel destacado en el combate a la delincuencia, rubro al que han incursionado ante la incapacidad de las instituciones policiales para contener la violencia, lastre que se viene padeciendo desde hace años y cada vez con mayor intensidad.
Sin embargo, es un tema espinoso y aunque solamente lo hacen como coadyuvantes, en realidad se han convertido en el pivote central de la estrategia en materia de seguridad pública, sobre todo en lo relativo al crimen organizado, tomando las riendas en esa área.
El hecho de haber sido hackeados ha despertado gran suspicacia, se comenta que la documentación sustraída representa algo así como seis GB, es decir, tres veces mayor a la que obtuvo el famoso Julián Assange, en los Estados Unidos, así dada la magnitud del evento, ha causado gran revuelo al tratarse de una cuestión de gran relevancia.
En esas condiciones es normal y diría que, hasta necesario, que la Comisión de la Defensa Nacional en las Cámaras del Congreso, escuchen de viva voz los comentarios y la opinión del Secretario de la SEDENA, pues la eventualidad no es menor y, su trascendencia es susceptible de alcanzar niveles insospechados.
Así, el intercambio de puntos de vista resulta un ejercicio de mucha utilidad, donde las partes descubren aristas que por su propia función les pasan desapercibidas, el dialogo nutre y amplia los criterios, aporta elementos para construir medidas y herramientas jurídicas que brinden mayor protección, sobre todo una mejor comprensión para dimensionar los problemas.
Además, el tema constituye el gran reto, un desafío al que se le debe prestar especial atención, tanto por sus causas, características como por sus nocivos efectos, que abarcan a todos los segmentos sociales prácticamente sin excepción alguna y la totalidad del territorio nacional, con mayor o menor intensidad.
No obstante, que la materia invita a sumar esfuerzos, se ha venido tomado como bandera política a través de una narrativa confeccionada desde las oficinas de Bucareli, con el objeto de denostar a aquellas personas provenientes de la oposición; el viejo discurso de que todo es culpa del pasado, ahora cambia diciendo que están en contra de que el ejercito participe en labores de seguridad pública.
La situación se torna critica, la carencia de dialogo entre poderes implica la implementación de una estrategia parcial, inacabada y con malos resultados. Hacer campañas políticas denostando a la oposición con ese tema, solamente ocasiona un grado de erosión que incrementa los riesgos en la materia.
El caso consiste en que eluden las responsabilidades y distribuyen las culpas a los adversarios, mientras ello acontece el país sigue siendo un caos en seguridad, los homicidios no cesan y la violencia aumenta.