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lunes, diciembre 23, 2024

SAN LUIS POTOSÍ Y LA CALIDAD DE NUESTRA VIDA PÚBLICA

Está fuera de toda duda, que hoy por hoy, dos son a saber los temas que más preocupan a todos en la localidad; primero, la seguridad, y segundo, la disponibilidad de agua. La cosa es que independientemente de las diferencias políticas y/o de opinión que caracterizan a una sociedad tan plural y diversa como lo es la de San Luis Potosí hoy en día, no hay prácticamente ningún ciudadano que no se haya topado de lleno con la experiencia de padecer por cuenta propia el deterioro que ambas cuestiones han acusado en la última década.

La idea de que dos temas tan cruciales como agua y seguridad tengan cosa de diez años persistentemente aumentando en gravedad, nos tiene necesariamente que confrontar a reconocer que por distintos motivos, ha habido una atención deficiente de la cuestión entre distintas administraciones y/o niveles de gobierno; el resultado ya por todos conocido, es que en la actualidad con todas las salvedades que se quieran considerar, nuestros números en seguridad, así como en escases y/o disponibilidad de agua, son muy parecidos a los de localidades mucho más grandes como la propia Ciudad de México.

Y si bien es cierto que no cabe culpar de todo el estado de la cuestión a los gobiernos que actualmente administran el poder del Estado en la localidad –porque la gran realidad es que problemas tan severos como los que hoy vivimos, no se hacen de la noche a la mañana–, no es menos cierto su apuesta pública por dedicar muchos recursos del erario a la promoción de eventos culturas y ferias, como al propio turismo local y nacional, deja mucho que desear si a la par de este esfuerzo, no se ha hecho lo consecuente por resolver de forma consistente los problemas que más preocupan a todos; ¿qué por qué insisto en el tema?

Sencillo, se antoja difícil pensar que la gente de la localidad y de otros puntos del país, realmente quiera considerar la localidad para venir, en tanto sigamos sin poder resolver cuestiones tan cruciales como agua y/o seguridad; dos temas que por su importancia y profundidad también hacen de San Luis Potosí un destino de inversiones mucho menos atractivo para los posibles grupos empresariales que pudieran aprovechar los posibles beneficios de intervenir en una localidad como la nuestra, porque hay que decirlo claramente: esto repercute no sólo a nivel del ciudadano de a pie.

Desde luego, cada cual tiene siempre la posibilidad de preguntarse si estos son o no realmente los problemas que más nos preocupan, pero es difícil negar que se esté o no de acuerdo con los gobiernos de turno, a todos directa o indirectamente nos ha tocado padecer el peso de tales problemas.

Sin embargo, la importancia de los temas a los que aludo, contrasta severamente con el tipo de respuestas, y hasta con el nivel de la discusión que tales problemas suscitan entre los diversos niveles gobierno. En una dinámica francamente bochornosa como preocupante, que ya parece haberse vuelto endémica por la reincidencia y naturaleza rocambolesca de las declaraciones que hacen los titulares de gobierno a cargo de dichos problemas, como la simplicidad candorosa de las ideadas para resolver los problemas públicos más importantes.

El punto es que cuando no salen al paso con afirmaciones chabacanas, cual si problemas tan profundos como los de la falta de agua, o la inseguridad que hoy padecemos, se pudieran resolver en un abrir y cerrar de ojos; les da por infravalorar minimizar, o de plano desconocer su impacto sobre la regularidad de la vida del común de los ciudadanos.

Como de hecho ha ocurrido con una frecuencia exasperante en el tema de la seguridad, el cual o se infravalora o se desconoce, sugiriéndose que por el mismo sólo salen perjudicados quienes viven y se desenvuelven fuera de la legalidad pública, por mucho que el contraste con la realidad no resista semejante interpretación, porque día con día se siguen acumulando, lo mismo en la capital que en el interior de la entidad, las cifras de muertos y/o desaparecidos, sin que los titulares responsables de tales temas salgan de la tónica habitual de o no hablar del tema o pretender minimizarlo.

Para el caso, la constante es la de siempre, atribuir cualquier cuestionamiento o señalamiento, a razones de golpeteo político y/o a la afección que supuestamente han sufrido diversos grupos de poder desplazados con el inicio de la nueva administración, así sea que muchos de tales grupos a los que se alude como responsables de una pretendida afección al interés público, sigan en realidad exactamente en las mismas que siempre: beneficiándose de su cercanía al poder del Estado, independientemente de quien está a cargo.

En su lugar tenemos a una clase política, poco preparada y/o sensible de los problemas que preocupan a la gran mayoría, y cuyos titulares de gobierno viven y se exhiben en una permanente burbuja de privilegios y excentricidades, que rayan en lo obsceno.

Mucho más preocupados por la organización de conciertos musicales, –que se han de pagar con recursos públicos–, que de la severa ausencia de agua que hoy padece la localidad; mucho más preocupados de chismes amorosos mediatizados por la difusión de las redes sociales, que por atender las obligaciones de gobierno cotidianas; mucho más interesados en la construcción de obras faraónicas innecesarias, que de resolver los problemas de inseguridad que han vuelto tan comunes.

Con todo y que quienes debieran preocuparse en resolverlos o al menos atenuarlos, estén mucho más interesados en abrir trasmisiones en vivo en redes, quesque para sentirse más cercanos a la ciudadanía, que en rendir cuentas a la misma por la pésima calidad de su gestión.

Así las cosas, está fuera de toda discusión que si realmente aspiramos a resolver estos problemas con visión de largo aliento, tenemos la necesaria responsabilidad de elevar la calidad de nuestra vida pública, incrementando el nivel del debate público para alimentar una discusión libre de posicionamientos políticos e ideológicos.

Sin embargo, es necesario decir que semejante pretensión estará muy lejos de volverse posible, mientras sigamos cultivando un debate signado por las frivolidades, como la cortedad de miras en el entendimiento de los problemas públicos.

Ojalá y por el bien de todos, lo entendamos a tiempo, porque como no lo hagamos, las cosas podrían terminan escalando y perjudicando por igual a unos y otros, independientemente de si están o no a favor de quienes hoy gobiernan.

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