Si yo tuviera mucho dinero haría el bien sin mirar a quien, que de todos modos a lo pobre y todo siempre trato de echar una mano tenga o no tenga, ya sea informando lo mismo que brindando soporte emocional o acercando a quienes lo requieren a quienes pudieran directamente ayudarles con asesorías legales o prestación de servicios que en otro modo no podrían acceder, pero a lo que voy con el sucinto de tema de los recursos propios, es que si me sobraran a manos llenas, seguro ya desde cuando habría puesto en marcha varias ideas que pienso que podrían hacer diferencia, como Huertos Urbanos, Bancos de Comida, Bancos de Medicamentos, Bazares de trueque, Albergues para indigentes y comedores, o casas de asistencia para mujeres maltratadas, o Talleres de Capacitación para desempleados, que no es que no existan ya, pero los que hay no son suficientes.
Y aunque es un hecho que eventualmente vería el modo de incluso hacer algo por los animales desamparados que pululan en las calles, sin duda que mi prioridad serían los de mi propia especie. ¿A qué voy con todo esto? No entiendo –con todo respeto– por qué es que sobredimensionamos tanto el tema de los animales si no hemos hecho todavía todo lo posible por aliviar el sufrimiento de los nuestros.
Ah y que no me salgan luego con que yo lo digo porque no me importa el maltrato animal o porque seguro nunca he tenido mascotas y que lo pensaría muy distinto si algún día las llegara a tener, porque lo mismo he tenido perros, que gatos, conejos o hámsteres y tortugas o peces.
Pero vamos, no sé si nos concentramos en los animales, porque realmente creemos que nadie de nuestro género lo pasa mal o si será porque justamente a sabiendas de que buena parte de ese sufrir humano que todos los días es posible ver en las calles no tiene remedio, porque hacerlo implicaría afectar los intereses de muchos mezquinos, nos conformamos con al menos atender animales. Cual si dijéramos: ayudar a los animales genera menos conflictos y de paso nos permite lavar nuestras culpas y/o conciencias con mayor comodidad.
Total, como dicen muchos por ahí: los pobres son pobres porque quieren; y quienes no logran salir de la pobreza es porque o no le echan suficientes ganas o tienen muy mala actitud.
País pobre es aquel país donde la pobreza de recursos materiales termina por afectar todos los demás aspectos no estrictamente económicos de las vidas de sus ciudadanos, como el acceso a la justicia, la salud, la cultura o incluso el valor de la legitimidad para expresarse en lo político, porque en un país donde el Estado no rige o lo hace deficientemente, el que es pobre en lo económico, lo es no sólo en lo material, sino también en su peso político, social y cultural; ¡carajo!, hasta en la legitimidad de su derecho a cuestionar el orden establecido. Así es muy injusto suscribir la idea de que los pobres son pobres porque quieren.
Que sí, que seguramente los habrá quienes desperdician posibilidades en forma deliberada y sin razones reales para hacerlo, de acuerdo. Pero es que hacer generalizaciones del estilo en temas semejantes ayuda muy poco. ¿Le parece que pretendo justificar lo indefendible? Bien, pongámoslo entonces al revés. ¿Alguien en su sano juicio realmente cree que los ricos son ricos porque quieren y que si dejan de serlo será porque han dejado de quererlo? Sí, de acuerdo, una óptima actitud sin duda hará mucho por llevarnos a conseguir lo que buscamos en la vida.
Pero terminar por ello concluyendo que la realización de todos nuestros propósitos depende de la actitud que se ponga, implica nos demos cuenta o no, terminar por romantizar las adversidades estructurales de un orden social rotundamente desigual del que muy pocos consiguen escapar o sobresalir si no es o con suerte, ayuda de terceros o incluso pasando por encima de la legalidad.
Y poner como ejemplo a quienes son virtualmente la excepción a la regla, porque pese a todas sus carencias lograron triunfar y salir de su precariedad, francamente no hace sino afianzar la idea de que así como está todo funciona de maravilla.
Como aquellos que piensan que el valor de ir a terapia u ocuparse de su estabilidad emocional o de su salud mental se puede perfectamente sustituir con la compra y lectura indiscriminada de libros de superación personal, la mayoría de los cuales escritos por personas que ni psicólogos, terapeutas, psiquiatras o especialistas en el rubro son.
Y donde para variar todo gira precisamente en torno a que a la gran mayoría en el mundo le va mal, porque no tenemos una buena actitud para enfrentar la vida. Y aunque en efecto tener buena actitud frente a las adversidades sí que hace mucha diferencia, es ingenuo pensar que se puede estar bien con sólo quererlo o declararlo.
Portarnos muy bien como ciudadanos y poner nuestra mejor actitud para nunca llamar a cambiar siquiera un poco toda la miseria que como sociedad padecemos, cuando nuestra clase política es en general muy abusiva y poco prudente, por no decir que decididamente mezquina, no hará que algún día si todo se pone aún peor, lo valoren.
Porque hacer lo correcto con personas incorrectas sólo nos degrada y/o anula, jamás nos lleva al punto en el que quien abusa se dé cuenta y cambie repentinamente ya sea por iluminación o vergüenza, eso ya ni en las películas pasa. Y aquí llevamos generaciones tolerando u obedeciendo élites políticas corruptas que con nada llenan o se conforman.
El país está tan lleno de gente decididamente mezquina y cuya estupidez u oportunismo raya en lo patológico, que ya no sé si en vez de código penal y sistema penitenciario, será mejor optar por cambiar y/o sustituir la legalidad por cobertura sanitaria total con hospitales psiquiátricos, medicación y consulta con especialistas por razones de inestabilidad mental y emocional.
Capaz conseguimos más tratando nuestros severos desequilibrios sociales como problemas de salud, que como temas legales. Me queda claro que poco o nada resolveremos en términos de desequilibrios sociales mientras sigamos encausando nuestras posibilidades de solidaridad limitándola hacía los animales, dejando sin efecto la que corresponde con nuestros compañeros de la especie y vaya que existe una cantidad brutal de problemas por atender como para decir que no lo hacemos porque no hay donde intervenir. En otro modo seguiremos jugando al pro animalismo para lavar culpas.