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RECUPERAR SOLEDAD DE GRACIANO SÁNCHEZ
Por Emanuel del Toro.
Como buena parte de las personas que viven en la capital del estado de San Luis Potosí, los orígenes de mi familia paterna se encuentran indisolublemente ligados al del vecino municipio de Soledad de Graciano Sánchez. Ahí nació la familia de mi abuela paterna, y de ahí son oriundos buena parte de mis ancestros más entrañables y queridos, como los Granja, los Alonso o los Banda. Lo que es más, ahí siguen viviendo muchos de mis parientes hoy en día. Quizá por ello es que está uno siempre tan pendiente de lo que en aquel municipio ocurre.
Y no es para menos, sobre todo si se cae en la cuenta de que lo que allá ocurre es la degradación y el abandono de una sociedad que lleva más de una década siendo explotada, burlada y manipulada por una familia de delincuentes que tras la fachada de vendedores de pollo, enriquecieron de la noche a la mañana, tan pronto accedieron al poder político de dicho municipio, tanto por haber saqueado a placer el erario de dicho municipio, –como del de la capital durante el trienio que el patriarca de dicha familia gobernó–, además de por sus múltiples nexos con el crimen organizado, que según la justicia federal, no se han terminado de esclarecer, lo que no ha impedido que el junior de dicha familia tenga actualmente la sinvergüenzada de buscar la gubernatura de San Luis Potosí.
Lo menos por decir al respecto, es lo que está a la vista de cualquiera que se dé una vuelta al vecino municipio de Soledad o mire el opulento estilo de vida que ostentan quienes hoy la tienen secuestrada: la familia Gallardo, ha terminado convirtiendo el municipio en su propiedad, pero no para engrandecerle y hacerle vivir con dignidad, sino todo lo contrario, para postrarla y dejarla hecha pedazos. Para tener sistemáticamente a sus habitantes presas de la inseguridad y a sus sectores más vulnerables y pobres, anclados en una interminable cadena de clientelismo electoral, a través del cual se han asegurado de mantener el control político de cuanto gobierno se ha hecho con el poder desde 2009.
No creo que este tenga que ser necesariamente el derrotero que siga la totalidad del estado, pero desde luego, eso lo habrá de decidir la sociedad en un par de meses más cuando acuda a elecciones; esperemos por el bien de todos, que la mayoría tenga en claro el peligro que se cierne y lo que se juega en esta ocasión, porque si ya resulta chocante la idea de ver en una contienda electoral a un personaje como el junior de esta familia, Ricardo Gallardo Cardona, con probados nexos con el Cartel del Golfo –algo de lo que dan cuenta tanto las investigaciones del gobierno federal, como los testimonios de integrantes de otros carteles–, sería lamentable si lograra hacerse con la gubernatura de San Luis Potosí.
Porque para decirlo claramente, si de algo estoy por demás convencido y soy franco partidario, es de que realmente merecemos algo mejor que ver que la totalidad de San Luis Potosí, termine repitiendo la triste historia de Soledad, hoy empobrecida y sumida en un baño de sangre interminable, al más puro estilo de la narco política que este clan familiar ha terminado imponiendo. Sin embargo estoy también convencido de que recuperar la calma y tranquilidad de los soledenses y potosinos en general, exige hacer las cosas de un modo distinto al que se llevan haciendo desde que esos miserables se hicieron con el control de Soledad.
Hablemos claro, hoy por hoy no es suficiente con pedirle a la ciudadanía que razonen su voto y lo ejerzan con suficiencia para hacer valer su genuina voluntad. Y no lo es por la sencilla razón de que esa familia de atracadores y sinvergüenzas no conocen ningún límite dentro de lo formal o legal para imponer el férreo control que desde hace más de una década ejercen. Lo mismo aplican el acarreo masivo con dadivas de dudosa calidad –tortillas, garrafones de agua, útiles escolares o despensas–, que la extorsión o desapariciones, ni que decir del hostigamiento persistente o el acoso pandilleril con gavillas de rufianes y halcones a su servicio, que no dudan en apedrear rivales, como ya de hecho ha estado pasando desde que el actual periodo de campañas inició. Para ellos cualquier cosa vale con tal de conservar el poder político e incluso incrementarlo.
En tales condiciones y aún por muy importante que sea, es por demás claro que no basta con hacer llamamientos a la civilidad política o la conciencia civilista. Porque eso es a lo que se ha venido apelando elección tras elección desde que ese clan se ha enquistado en el poder político. No, hoy se tiene que mostrar mucho más oficio para tener al menos una mínima oportunidad de ganarles en las urnas. Algo que sólo será posible en la medida de que la totalidad de los contendientes por la alcaldía terminen por aceptar lo que hasta este punto ninguno ha querido aceptar por rencillas y/o protagonismos pendejos donde todos se sienten capaces de llevarse las elecciones por sí solos, sin hacer la más ninguna concesión.
Y cada vez les habrá de alcanzar para menos a todos los que hoy buscan la alcaldía, cuanto más candidatos sean. Vamos pues que para decirlo claramente, así como están hoy las cosas, a ninguno de los actuales contendientes les alcanza, porque es tan el nivel de control que los Gallardo ejercen en la localidad. En una estrategia con la que llevan al menos diez años de ventaja a cualquiera que ose disputar su dominio, que incluso se dan el lujo de presentar los perfiles más impresentables posibles –tal es el caso de Leonor Noyola, que pasó como Senadora con más pena que gloria, por no haber hecho absolutamente nada, y saber que ni así verán amenazado su control sobre Soledad.
Así las cosas, la única posibilidad viable de que la actual contienda termine en efecto en un resultado que llevamos más de una década sin ver, es que la totalidad de los candidatos y sus simpatizantes terminen ejerciendo el más crudo pragmatismo y se decidan por algo que suena mucho más fácil de lo que en realidad es; dejar atrás sus egos protagónicos y terminar ejerciendo su voto en favor del candidato que mayores posibilidades tenga de hacerles frente a los Gallardo, aunque no sea necesariamente el de sus preferencias.
Esto significa entender, por más chocante y/o frustrante que les pueda parecer a los puristas y ultras de todas las corrientes, que si verdaderamente lo que les importa es el bienestar de San Luis Potosí y Soledad, neutralizar a los Gallardo exige una jugada de dos tiempos, donde primero deberán necesariamente aliarse y luego sí, en una futura contienda cada cual buscar la posición que mejor le convenga, porque ya he dicho antes: por su propia cuenta, a ninguno le alcanza.
Mucho menos les ha de alcanzar, si Soledad termina registrando tasas de abstencionismo tan altas como las que ha mostrado en los últimos comicios, donde prácticamente la mitad del electorado ha dejado de acudir a las urnas; y se espera que muchos menos acudan por la pandemia. De ahí que si realmente aspiran a tener una mínima oportunidad de evitar que los Gallardo permanezcan saqueando el erario y haciendo daño a su localidad, será necesario hacer diferencias a un lado y poner la cabeza en frío, o ver que todo permanezca como hasta ahora, en manos de una familia de delincuentes que ya le han hecho demasiado daño.
Y ojo, lo mismo aplica para la contienda en la capital y el estado de San Luis Potosí en general. Porque es tan grande el peligro que hoy se cierne si los Gallardo se hicieran con el control de la gubernatura del estado, que más valdría que desde ya entendiéramos realmente de qué va la cosa y qué es realmente lo que todos estamos dispuestos a hacer para defender la integridad de nuestras familias. Hoy estamos aún a tiempo y podemos hacer bastante, esperemos pues que lo comprendamos y que no nos veamos lamentándolo después y/o preguntándonos por qué no hicimos más cuando pudimos.
abril 13, 2021
