En la fiesta gastronómica que se presenta en las series coreanas de comedia romántica, en donde van de aquí para allá de restaurante en restaurante, dándole gusto a su paladar, deleitándose con uno y otro platillo, poniéndole mucha dedicación y esmero a las escenas donde se comparten los alimentos, y con un evidente respeto por la hora de comer, sobresale una expresión que al parecer es de origen japonés, y que se refiere a la voluntad del comensal para otorgarle libertad al chef y dejar en él, toda la creatividad para que te sorprenda con el menú que vas a consumir.
¿Te gustaría dejar en la voluntad del cocinero, la decisión para elegir los sabores, los aromas, y las presentaciones de las pastas, las verduras, el pescado, o la carne que te venderán como un platillo especial para que disfrutes en la mesa en compañía de tus distinguidos socios, de tu apreciable familia, de tus amigos cercanos, de tu alma gemela, o de tu pareja sentimental? ¿Te atreverías a tomar el riesgo de que una importante velada esté sostenida en una lista de alimentos que tú no seleccionaste previamente, de acuerdo a tus gustos o a los gustos de tus invitados? ¿Te gustaría que te sorprendieran con una experiencia OMAKASE?
Vaya predicamento para quienes son precisos y exigentes en todo lo que a su persona se refiere. ¿Cómo permitir que alguien más decida sobre lo que a ellos respecta? Pero, por otro lado, que reposo mental para quienes prefieren delegar en terceros y transferir la responsabilidad por mínima que sea. ¿Cómo dejar pasar la oportunidad para que alguien más se encargue de definir la entrada, el plato fuerte, el postre, y la bebida? Es cuestión de personalidad para colocarse en cualquiera de estas opciones, atendiendo a que seas dependiente o independiente, a que seas flexible o cuadrado, o tal vez, el único factor que lo define todo, es la relación entre precios y presupuesto.
Sin embargo, verlo así, es bastante superficial, porque como lo comenté al inicio, la hora de la comida es un momento importante, y tal vez, lo que pasamos desapercibido en la experiencia OMAKASE, es la CONFIANZA que se deposita en un prestador de servicios a quien consideramos lo suficientemente profesional, creativo, brillante y audaz, para crear un sabor que satisfaga tus sentidos, es decir, dejemos por un momento al parroquiano y pensemos en los cocineros, en sus ayudantes y en todos los empleados de un establecimiento que nos ofrece un consumo inolvidable, un consumo de cinco estrellas, un consumo de excelente servicio.
Es muy distinta la perspectiva si nos ubicamos en la posición de quienes enfrentan el reto de satisfacer al usuario, esas personas que ponen su esfuerzo y dedicación para que el cliente se regocije entre lo salado y lo dulce, entre lo frío y lo caliente, entre lo cocido y lo frito. Es otro punto de vista el que tienen los trabajadores que te reciben y con amabilidad te acompañan a tu reservación, los que te preparan una mesa con esmero, los que te asisten en todo momento en lo que necesites, en lo que pidas, en lo que gustes, y lo hagan con la mejor de sus sonrisas.
En algún momento, todos tendríamos que tener una experiencia OMAKASE, o lo más parecido a ella en un contexto local, con la gastronomía local, con el talento humano local, y recibir el mejor de los servicios, tal vez, sea posible, en algún momento.