14.9 C
San Luis Potosí
viernes, octubre 18, 2024

ESTAR EN PAREJA

Casarse o estar en pareja conlleva una extraordinaria complejidad. Tiene necesariamente que haber respeto propio y simultáneamente lo tiene que haber para con la pareja; reciprocidad, –las atenciones y/o detalles deben darse de ambas partes–; y la disposición de construir nuevos referentes, comprendiendo que se adquieren mutuas responsabilidades. Porque quien pretenda emparejarse sin dejar de vivir la vida del mismo modo que lo hiciera cuando estaba solo, lo va pasar muy mal, asumiendo a la pareja como un alguien que le exige mucho más de lo que realmente quiere o está dispuesto a dar.

Y ojo con esto último, porque si la cosa no funciona entre dos, o si sólo funciona a medias –que porque de repente tiene sus buenos momentos; o porque ah que rico lo pasamos cuando estamos en aquello, aunque después seamos como dos auténticos desconocidos, que ni la sal en la mesa se pasan–, mejor apaga y vámonos, porque mucho menos va funcionar cuando vengan los hijos.

Hablemos claro: No se puede ir o estar en una relación como quien va a una arena de confrontación, o a un campo de batalla, sea real o inventado. Que por qué lo digo así; verán, si vamos a exigirle a la pareja todo aquello que no vimos que nuestros padres se hicieran o no se hicieran entre sí, o si nos vamos a tratar a la defensiva, quesque para empoderarnos frente a la posibilidad de repetir las vejaciones y ofensas que alguien de nuestro propio pasado nos infligiera, el problema no es de pareja, es de uno mismo.

Porque para estar con otra persona, hace falta primero, aprender a ser y estar con uno mismo; y para ser sinceros, no se puede estar bien con uno mismo, hasta no reconciliarnos con nuestra historia, ya que para vivir plenos en el presente, es fundamental hacer las paces con el pasado. Si vamos a estar de continuo reaccionando a todo lo que alguna vez padecimos, terminaremos viviendo en tiempo presente un infierno igual de agobiante que aquel que una vez incubó nuestras más grandes carencias. Eso ni es justo para uno, ni mucho menos para con la pareja, ni que decir para con los hijos –en el caso de que ya los tengan.

Ahora bien, si te estás preguntando: ¿Y uno mismo dónde queda? Pues verás, cuando el costo de sostener una relación, cualquiera que esta sea, –lo mismo da si se trata de una relación profesional, un vínculo de amistad, una relación de pareja, incluso una relación de parentesco–. implica terminar pasando por encima de ti mismo –pisoteando tu dignidad–, o renunciando parcial o totalmente a aspectos vitales de tu propia existencia, –como sueños, anhelos y/o realizaciones–, que por su importancia comprometen tu sentido de utilidad y hasta tus propósitos de vida, ten el valor y la entereza de sostenerte para contigo mismo, porque no hay nada más triste que una existencia carente de significado por cobardía y/o complacencia; tenlo siempre muy presente: tu felicidad y estabilidad emocional, no son negociables. La dignidad propia no es una opción, es una prioridad; dale pues la importancia que merece y comienza reparando tus carencias, porque como no lo hagas, es probable que termines malogrando incluso lo que más te importa.

Y ojo con el tema, porque en cuestiones de pareja no todo es bello y maravilloso, o como se dice comúnmente “miel sobre hojuelas”; para estar en pareja necesariamente tiene que haber mutuo respeto o reciprocidad. Porque cuando el respeto falta, cualquier otra cosa sobra. ¿Que por qué lo digo?

Amar no es pedirle cuentas a la pareja. Si para estar seguro de lo que siente por alguien tiene necesidad de ponerse a revisar su teléfono, o sus cuentas en redes sociales. Podrá querer mucho a la persona con la que está, pero definitivamente no está listo para establecer y/o mantener una relación. Eso de pedir cuentas se llama controlar, y hacerlo quesque en el nombre del amor, chantaje.

Ahora bien, que si pide cuentas porque sospecha de su deslealtad, tenga entonces mayor valor todavía y pregúntese si tiene necesidad de pedir cuentas con o sin motivos; si no hay motivos para sospechar pero lo hace, usted no está en el nivel de bienestar emocional óptimo y necesario para llevar una relación.

La toxicidad de relaciones emocionales que no funcionan, está arraigada en los modos poco eficientes con los que enfrentamos los dilemas que resultan de estar en pareja. Porque ciertamente una pareja podrá ser todo lo desconsiderada y/o desatenta que se quiera, pero si no recibiendo un trato que corresponda a lo que damos o esperamos recibir de una relación, nos empeñamos en permanecer, entonces el tóxico, el no preparado para amar, es uno mismo.

Y si el problema es que traen como yoyo, con que van y vienen o que no saben lo que quieren; cuando tu pareja te pida un tiempo, no hagas drama. Tú dale todo el tiempo que quiera; es un hecho que en una relación el pedir tiempo, ese «tiempo», tiene siempre nombre y apellido, y te lo piden, para mantenerte seguro; por si las cosas que tantean, no resultan como esperaban. Cuando vuelva, porque hasta eso siempre que piden un tiempo, vuelven. Mándale a volar lo más lejos que puedas, porque nadie merece ser plato de segunda mesa. Aprende a valorarte como el privilegio que eres; mereces la clase de persona que esté verdaderamente decidida a darte tu lugar, nunca alguien poquitero, inmaduro e indeciso, que no sepa lo que quiere y/o que por cualquier motivo dude de lo que contigo tiene.

Te puede interesar

ültimas noticias