Sorprende la ligereza con la que se usa dentro del mismo discurso dos propuestas para gobernar: una es, que se reduzcan las percepciones económicas de los trabajadores al servicio de las instituciones públicas; y otra es, que se obtengan mejores resultados en el servicio, sin tomar en cuenta los perfiles. Es decir, nos encontramos en un momento en que no se reconocen los incentivos económicos como estímulos necesarios para el mejor desempeño, y tampoco se valora el perfil de las personas que son incorporadas recientemente a las tareas gubernamentales, ni siquiera en las posiciones de mando, y ante tales circunstancias bien harían los líderes políticos en reconsiderar y ponderar el capital humano como un primer escalón para obtener mejores resultados.
En un intento por abrir oportunidades a un conglomerado amplio, en contadas ocasiones se hacen uso de convocatorias para integrar listas de reserva, como un método para incorporar personal al servicio público, previo concurso y selección con filtros de documentos, conocimiento teórico, desenvolvimiento práctico, acreditación de habilidades, entrevistas y cosas por el estilo.
Entiéndase la lista de reserva como un procedimiento para transparentar el ingreso a una Institución del Servicio Público, y, como un método para garantizar la igualdad de oportunidades para los aspirantes a ingresar a laborar a determinada Institución.
Sin embargo, estas convocatorias pueden resultar mal interpretadas, porque se convoca para integrar una lista, no para ocupar un número cierto de lugares vacantes. Es más, puede que ni siquiera existan vacantes, cuando lo ideal sería que todos los concursos de oposición estén diseñados para ocupar un cargo definido, con una adscripción definida, con prestaciones económicas definidas, y con un proyecto de colaboración permanente.
Y si no es así, ¿Cómo para qué hacer una convocatoria? ¿Para qué tanta simulación?
Tómese en cuenta que los filtros para integrar una lista de reserva no son sencillos. Las etapas para los aspirantes requieren esfuerzo, experiencia, y compromiso. Pero la Institución no se compromete. La Institución no te está ofreciendo un trabajo, te está ofreciendo un número de folio.
La Institución te exige disponibilidad total, y lo pide por escrito, y si en el momento que te llaman no estás disponible, pierdes tu oportunidad. Ellos te hablan para que te presentes al día siguiente, a cualquier municipio de la entidad, y dejes familia, otro trabajo y cualquier otro compromiso. Y hagas milagros para resolver de un día para otro tu transporte, hospedaje y alimentos. Y te las ingenies para ponerte al corriente a donde llegas porque vas a ocupar más tiempo del horario hábil, ya que es tu obligación poner al corriente el lugar que provisionalmente ocupas. Y además te exigen que cumplas con tus declaraciones patrimoniales, y que cumplas con la entrega recepción, y que cumplas y que cumplas y que cumplas.
Pero si en un año no te llaman, porque no hubo incapacidades, ni separaciones del cargo, ni jubilaciones, a la Institución no le interesa cómo sobreviviste, no le interesa que pierdas un año de tu vida en espera de la oportunidad que ellos te están brindando con poner tu nombre en su flamante lista de reserva, y date por bien servido.
Desde ese punto de vista, la lista de reserva es una falacia. Cuando por la inasistencia circunstancial de un trabajador, la Institución requiera quien cumpla sus funciones en la práctica, es mejor que lo resuelvan internamente, y que no le hagan perder el tiempo a nadie. Cuando exista una vacante entonces sí, que publiquen la vacante, la adscripción, las prestaciones económicas y la forma de competir exclusivamente por esa plaza vacante. Eso sí sería justo y transparente, y traería como consecuencia un mejor desempeño de aquellos que por oposición ocupen una plaza del servicio público.
Mientras unos despistados sólo se limitan al tema de los salarios, otros nos interesamos en la mejora de los procedimientos de ingreso al servicio público y quisiéramos que las convocatorias dejaran de ser:
“Mucho ruido y pocas nueces”
@rubbenrivvera