El proceso implementado por Morena terminó con sobresaltos al ser impugnado por Marcelo Ebrard, previa denuncia pública por una serie de actos destinados a favorecer a su principal contrincante, particularmente por el uso indiscriminado de recursos públicos, aspecto que atañe a todos los mexicanos.
Fue evidente un diseño a modo para favorecer y garantizar el triunfo de Claudia Sheinbaum, favorita del inquilino de palacio, todos los demás incluyendo a Marcelo, eran útiles para legitimar el proceso y, además, servían para decorar el escenario previsto.
La exorbitante cantidad de recursos económicos inyectados a la campaña de Claudia, para posicionarla a nivel nacional, era una señal inequívoca de un método predestinado, la pinta de bardas con su publicidad en todas las ciudades, pueblos y comunidades, así como los espectaculares, dieron cuenta de una promoción inusitada y un gasto descomunal, que solamente se explica al contar con la venia y el apoyo del tabasqueño.
Lo que verdaderamente resulta inexplicable son las quejas de Ebrard, pues aceptó participar en una obra cuyo guion ya estaba escrito y, por supuesto, debía tener conocimiento que no le correspondía el papel de protagonista al ser invitado como actor secundario en un montaje anunciado con mucha antelación.
Baste recordar la contienda entre Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal para obtener la candidatura a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, donde le aplicaron la misma receta y terminó siendo coordinador de la bancada morenista en la Cámara de Senadores, ahora pese a que entendió su rol en el proceso sin hacer escarceos y disciplinado, lo ponen en último lugar de las encuestas, por debajo de Fernández Noroña y Manuel Velazco, ambos impresentables.
También, esa misma receta fue utilizada para imponer a Mario Delgado, como dirigente de su partido, desplazando a Porfirio Muñoz Ledo, que terminó por abandonar las filas morenistas ante el atraco sufrido por manipulación de las encuestas, lo que era de esperar, en tanto que la calidad política y trayectoria entre uno y otro no tenía punto de comparación, sin embargo, se impuso la regla de lealtad, obediencia y sumisión.
Un hecho real ante la opinión pública consiste en que el procedimiento para ungir como candidata a Claudia se vio ensombrecido con las quejas de Marcelo, sin que implique que Morena vaya a dar marcha atrás, por el contrario, van a procurar minimizar la nota a costa de lo que sea, echando mano de todo lo que está a su alcance.
Mientras, por otra parte, la incógnita de hasta donde está dispuesto a llegar Marcelo Ebrard sigue en el aire. Los mensajes que ha dado hasta ahora están supeditados a la respuesta de Morena, cuestión que deja abierta la puerta a una conciliación.
Seria absurdo pensar que Morena va a reponer su proceso y, de eso está consciente Marcelo, sin embargo, deja entrever que cuando menos espera una solución decorosa que dadas las circunstancias se antoja complicada.
Por supuesto, la factura de todo el entramado es a cargo de la beneficiaria, pues como dice el refrán popular, “haiga sido, como haiga sido, ya es reina.”