La convocatoria para la marcha del día 13 de noviembre, con el objetivo de la defensa del INE ante la intentona de convertirlo en un organismo al servicio del gobierno, se hizo viral, logrando reunir un importante número de personas en más de cincuenta de las principales ciudades del país.
De una sociedad aparentemente apática y aletargada, aparecieron los motivos necesarios para hacerla reaccionar ante los latentes riesgos de una regresión democrática, se despertó la conciencia cívica y la gente salió a la calle contagiada con un ánimo de lucha que pocas veces habíamos visto.
El movimiento social además se presentó altamente civilizado, en orden, con respeto, sin insultos ni actos vandálicos, simplemente con entusiasmo, bajo la consigna: EL INE NO SE TOCA, en franca oposición a la iniciativa de reforma constitucional que pretende convertirlo en un ente a modo.
Esa causa común tiene un significado especial, los asistentes estábamos perfectamente enterados a lo que íbamos: alzar la voz en contra de una pretendida imposición. Sin embargo, el mensaje es más amplio de lo que parece ya que no solamente se dirige a los legisladores a quienes corresponde votar esa iniciativa.
En efecto, si bien, lleva consigo una llamada de atención al Titular del Ejecutivo, pues acostumbrado a tomar decisiones a mano alzada con los asistentes a las plazas públicas, en esta ocasión no vio ni escuchó a los cientos de miles de personas que se manifestaron. Un demócrata ya hubiera retirado la controversial iniciativa.
El propósito a favor del INE tiene una variedad de puntos a destacar, inicialmente bien vale la pena señalar que se le arrebató la agenda al Presidente y fue la sociedad civil quien puso sobre la mesa el tema; por cierto, también se demostró la identificación vinculada entre una institución del Estado y los ciudadanos que salieron en su defensa.
Es dable mencionar que el mensaje también se encamina a los legisladores de oposición y a los Partidos Políticos de ese bloque, la exigencia, el reclamo y la advertencia se dirige a que tomen una firme y consistente conducta para evitar la consumación del retroceso.
Así, la marcha no fue de apoyo al bloque opositor, más bien, se puede ubicar en el temor de que se vuelvan a doblar, no obstante, las esperanzas están fincadas en que se ubiquen y comporten en la medida de las circunstancias, recuperando la confianza.
No cabe duda de que el ejercicio fue exitoso, sin embargo, no se puede ni debe bajar la guardia ahora que el balón queda en manos de los legisladores. Los perdedores, el Presidente, Morena y sus aliados, quedaron pasmados y solo se les ocurrió menospreciar la voz de miles de mexicanos con el garlito de que tenían otros datos.
La reacción de contrarrestar una marcha con otra, convocada ahora para el 27 de noviembre, reafirma la preocupación de verse acorralados por el despertar ciudadano que no se amedrento pese a los insultos y descalificaciones, por el contrario, esas frases sirvieron y nutrieron la convicción de participar, ganar la calle y alzar la voz.