Actualmente puedes ver en plataforma una grandiosa película que data del 2010, identificada en inglés como: “The Company Men”, y en español como: “Hombres de Negocios”.En su reparto encuentras las actuaciones de Ben Affleck, Kevin Costner, Chris Cooper y Tommy Lee Jones, como protagonistas principales de una historia que tiene relación con el desempeño ejecutivo de un prototipo de empresa corporativa.
Esta historia nos señala de una forma clara y concisa el grave problema del desempleo repentino, aquél que interrumpe el desarrollo profesional, el crecimiento económico, y en general, el plan de vida de cualquier trabajador.
Existen personas que dedican su vida a la expansión de una empresa que, después de tantos años no muestra reciprocidad, no muestra empatía, no le interesa prescindir de sus colaboradores, con el único argumento de que sus empleados ya recibieron sus pagos semanales o quincenales, sus salarios o sus honorarios, y que no hay deuda alguna con los mismos.
En efecto, para la empresa privada no hay ninguna deuda, ningún compromiso, ningún pendiente con sus trabajadores. Les dan trato de objetos, de cosas, de pañuelos desechables. Y para nada le importa a la empresa el proyecto personal de esos trabajadores, que puedan solventar sus gastos ordinarios, pagar la colegiatura de sus hijos, saldar oportunamente las hipotecas, y cumplir satisfactoriamente con sus créditos.
Y si un día, el menos pensado, el departamento de recursos humanos llega hasta tu área de trabajo, y te notifica tu salida de la empresa, sin opción a negociar absolutamente nada, te tocará padecer un doloroso duelo, un enorme vacío, un derrumbe interior incontrolable, un fuerte golpe a tu autoestima.
Y si un día, de forma abrupta, los encargados de la organización del capital humano sirven como mensajeros e instrumentos de las egoístas decisiones de los altos mandos de la empresa, para rasurar desmedida e indiscriminadamente la nómina, y te toca estar en esa desafortunada lista, entonces estarán a prueba tu inteligencia emocional, tus relaciones públicas, el manejo de tus finanzas personales, y el efectivo respaldo familiar.
Es evidente que todos tenemos una respuesta distinta a una situación similar, y esta es la reflexión de “Hombres de Negocios”, una película que nos platica la reacción de distintos ejecutivos de un corporativo, en distintas condiciones laborales, con distintas responsabilidades familiares, y con una eventualidad común, la separación del cargo, el despido fulminante, el programa obligatorio de retiro, que solo garantiza el nivel de vida acostumbrado por unos pocos días, tal vez semanas, difícilmente meses. Una situación complicada para el desempleado y para su familia, sobre todo para la que vive de las apariencias.
«Hombres de Negocios” es un vistazo a la forma cómo influye el desempleo en la reducción de los privilegios obtenidos legítimamente por el desempeño profesional, y cómo se van limitando las compras por la imposibilidad de cumplir con los pagos, todo ello sin que el mundo se detenga.
Y mientras el profesionista que, involuntariamente fue puesto en pausa, tendrá que bajar su perfil para incorporarse a una capacitación que le permita ser canalizado a una nueva oferta laboral, también involuntariamente se olvidará de los portafolios y las corbatas, los restaurantes, los coches deportivos, las fiestas, y cualquier gasto suntuario, que solo sirva para socializar o para proyectar un falso o inexistente éxito profesional.
Esta es una historia sobre aquellos que topan de frente con el recorte de personal, y que, por su bien, tienen que asimilar que, a pesar de su experiencia comprobable, de sus destacados resultados en su puesto anterior, de su indiscutible prestigio en el medio que se desenvuelven, por diversos factores corren el riesgo inminente de quedarse a la deriva en su lucha por posicionarse nuevamente.
Esta es la historia de aquellos que, de un día para otro, estando sobrecalificados, llevan su currículum bajo el brazo, convertidos en competidores grises de una enorme fila de aspirantes a un cargo menor del que ejercían, a un rango de autoridad menor de la que detentaban, y a un sueldo menor del que percibían, cuando eran auténticos “Hombres de Negocios”.