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viernes, noviembre 22, 2024

EXPERIENCIAS, VIVENCIAS, REFLEXIONES Y COMENTARIOS

Como persona que ha vivido mucho, son también bastantes las cosas que podemos recordar. Obviamente, que estas son de diferente naturaleza. Las tenemos: chuscas, graciosas, no comentables o poco comentables, trágicas y divertidas.

En algunos casos, fuimos parte de ellas, testigos o tuvimos conocimiento de las mismas. Pero para que no se nos olviden, se vale después de todo, reseñarlas y hay les voy.

Asalto a la media noche.

En el año de 1970, en el cual me fui a vivir a la Cd. De México. D.F. vivía un servidor de ustedes, en la Unidad Nonoalco Tlatelolco y en uno de los tantos edificios que la conforman. Un primo hermano de nombre Ramón Puente Zuñiga, al conocer los problemas que se me presentaban en la casa de una tía, que era su mama, quien vivía en la Col. Jardín Balbuena, en cuya casa se me había ofrecido gentilmente un espacio para dormir y comer, dado el parentesco que tenía con mi padre QEPD, de quien  era su hermana muy querida, me ofreció con mucho cariño en donde vivir. El problema principal que me aquejaba, era que en aquel lugar los aviones pasaban muy cerca ya del techo de las casas del rumbo y a todas horas. Cuando esto sucedía, todos los muebles y vitrinas traqueteaban y hacían un gran escándalo y como quiera que fuera, todos mis familiares ya se habían habituado aquellos escandalosos ruidos, sobre todo nocturnos. Pero yo no. Me pasaban las noches sin dormir y unas ojeras muy marcadas, me hacían parecer como los muñecos que se fabrican en los días de muertos.

Tome la decisión de irme a vivir con mi primo, quien me dijo, nada más que: vas a tener que comprar tu cama. Aquí hay una recamara pero sin muebles. En Viana y Cía., por el Salto del Agua, encontré una oferta de camas King sise y pronto la aproveche. La cama ocupaba, casi todo lo ancho de la pieza y nada más quedaba espacio para bajar los pies. Pero eso no me importaba, yo me sentía muy a gusto. Sobre todo porque a mi primo lo visitaban, infinidad de mujeres, que en la mayoría de los casos se quedaban a dormir con nosotros.

Había ocasiones en que en mi cama se dormían hasta cinco de ellas que eran las que cabían y yo en medio de todas. Aquello era un paraíso, pues se quedaban hasta 15 días y en ese tiempo, nos hacían de comer y lavaban nuestra ropa y yo dormía calientito todas las noches.

Ellas llegaban entre 1 y 2 de la mañana, por lo general con una botellita y sus refrescos correspondientes. Si ya estaba uno acostado o dormido, lo levantaban para convivir, tomándose unas cubitas, cantando y bailando.

Pero al paso del tiempo, se nos venía el cansancio encima, porque a las 6.00 de la mañana yo me bañaba todos los días de lunes a viernes, para tomar el trolebús y llegar a mi trabajo en la Auditoria Fiscal Federal de la S.H.C.P a las 8.00 a.m, en donde empecé a laborar tras haber terminado mis estudios.

He omitido señalar, que todas las damas que nos visitaban, eran muchachas jóvenes pueblerinas, bien formadas y muchas de ellas guapas, que se habían ido a la capital para buscar un mejor destino. Algunas eran viudas, divorciadas, burladas, dejadas etc. etc.  y trabajaban como ficheras en diferentes cabarets, del rumbo de la plaza de Garibaldi. Mi primo como Inspector de Alcoholes, visitaba dichos antros y se relacionaba con muchas de ellas que finalmente terminaban durmiendo en nuestras camas.

Pero no todo es dulce en la vida y me toco comprobarlo.

En aquella aguerrida  Col. Guerrero, que colindaba con la Unidad Nonoalco Tlatelolco, en una de sus calles,  y muy cerca del conocido Salón de Baile denominado “Los Ángeles”, vivía una tía, hermana de mi madrecita. Su vivienda se ubicaba en una vecindad grande, de esas que abundaban en aquellas colonias. 4 piezas continuas y un baño al final eran ocupadas por aquella familia. Mi tío Luis, esposo de la interfecta, era un individuo bonachón, siempre sonriente y de oficio sastre. En la primera pieza a la entrada. Que era grande. Tenía instalada su sastrería y como en aquellos años era riguroso en México D.F. andar de traje, con 2 operarios atendía a su numerosa clientela.

Las labores se paraban  a las 8.00 de la noche y mi tía llegaba todos los días con una o dos charolas abundantes en tostadas, tacos, chalupas, pozole, etc, etc. Era ella muy buena cocinera y ese era el motivo de mis visitas frecuentes. Al concluir la cena, mi tío sacaba una botellita de Barcadi Blanco y sus respectivos refrescos de cola, que con su limoncito, nos sabían a gloria y ya encaminado el burro, se ponía sobre la mesa la baraja del pokar española o mexicana, a  las fichas  se les asignaba el valor de $1,00 peso y a darle hasta las 2 o 3 de la mañana.

En una de esas ocasiones en que Salí muy contento pues había ganado aproximadamente $200.00, al dar vuelta en un esquina, recibí un golpe certero en la cien que me hizo caer de espaldas. Seminconsciente, me percate que entre dos individuos, me estaban agrediendo arteramente y que mientras uno de ellos me jalaba de la corbata, me ponía una pierna en el pecho intentando ahorcarme, en tanto que el otro, pretendía transculcar las bolsas interiores de mi saco.  Seminconsciente recordé, que mi jefecito QEPD, al concluir mis estudios me obsequio un juego de plumas schafers y una pistola calibre 22 marca “Star” que yo cargaba en el cinto, pues estaba facultado para ello.

En defensa de mi vida, a cada uno les pegue un tiro, los vi que quedaron tirados en el piso, pero moviéndose y retorciéndose. Por mi parte, el saco me lo enrede en la cabeza para no ir dejando rastro, pues un hilillo de sangre me escurría y era fácil que me pudieran seguir y ubicar.

Llegue al departamento donde mi primo en compañía de otros amigos se tomaban unos jaiboles, se asustaron al verme todo lleno de sangre y me llevaron a una clínica del ISSSTE, en donde estuve internado como dos semanas en que se me practicaron toda clase de estudios, después de tiempo se me dio de alta.

Incidentes de esa naturaleza se me presentaron varios en mi vida de Inspector fiscal, de los que afortunadamente Salí bien librado. En una Ciudad Fronteriza, un Vista Aduanal al que le incauté todos los bienes mal habidos –Edificio de Departamentos, casas, terrenos, vehículos etc. etc.) Que había hecho en menos de 5 años. Me agredió físicamente y me propino un balazo, afortu- nadamente en sedal y a la altura del estómago. Pero de eso ya hablaremos mas adelante.

 Después de terminadas todas estas peripecias, se me dio el cambio a la Séptima Delegación de Vigilancia de Fondos y Valores del Gobierno Federal en Veracruz, Ver. Pero eso lo comentaremos posteriormente.

Eduardo Zuñiga Sánchez
Eduardo Zuñiga Sánchez
Contador público y auditor por la U.A.P. Cuenta con amplia experiencia en la administración de recursos financieros, humanos y materiales, sobre asesoría, consultoría, análisis y contabilidad general, auditoría financiera y fiscal, se ha desempeñado tanto en el servicio público como en la iniciativa privada y académica.

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