La sucesión adelantada rumbo a la presidencia es a todas luces ilegal, sin embargo, esa cuestión no es una novedad, desde hace cuando menos un año que las llamadas corcholatas fueron convocadas a competir para obtener la candidatura, todo bajo el mando del inquilino de palacio quien sigue siendo el principal protagonista.
Así, las convocatorias, invitaciones y reglas siguen bajo la línea del máximo líder, quien finalmente tendrá la decisión, si no es que ya la tiene y lo demás son meras apariencias para disfrazar la legitimidad de la persona ungida.
Es una obviedad decir que se encuentran en precampañas fuera de los tiempos legales, a la par, de una promoción ventilada desde palacio nacional, vulnerando a todas luces los principios de equidad y neutralidad, de facto, ninguno de los contendientes participa en realidad, pues todos se encuentran a la sombra de quien realmente compite: López Obrador.
Sin esa figura, prácticamente carecen de toda representatividad a grado tal, que todo su discurso es alrededor de la continuidad, es decir, representantes de su jefe para que pueda a través de ellos seguir gobernando, es el papel que les toca jugar y lo saben.
También están conscientes de que el país esta completamente destrozado, los resultados del gobierno son fatales, aunque el Presidente sigue siendo popular, deja las cosas en estado crítico; su equipo elegido bajo el criterio de mucha lealtad y poca capacidad ha redituado saldos negativos y corcholatas sumisas.
Debido a ello, la contienda para la oposición se contempla con alto grado de dificultad, a partir de la inequidad en el proceso electoral, pues tendrá que enfrentarse al aparato de Estado, con todo lo que ello significa, que no es cosa menor, incluyendo toda clase de ilegalidades, que sin recato alguno como lo estamos viendo, rompe con las reglas democráticas.
Aún así, es posible para la oposición obtener un triunfo si son capaces de tomar las decisiones correctas y acompañarlas con acciones adecuadas, entendiendo que su función histórica trasciende a sus intereses partidistas, la recomposición del país reclama unidad en lo esencial.
Las tendencias actuales encaminadas a consolidar un régimen político de corte autoritario y proclive al fascismo obligan a reaccionar con miras al recobrar libertades y calidad de vida, la lucha por el respeto a la dignidad de las personas y sus derechos humanos cobra vigencia.
Cambiar la realidad no es una opción, se ha convertido en una obligación, es una exigencia que nos compete a todos los que deseamos estabilidad y democracia, si, a los que somos aspiracionistas que deseamos una nación con oportunidades.
También es necesario despertar las conciencias, la narrativa es fundamental para crear motivaciones y lograr participación social, sacar de la apatía a muchos ciudadanos que viven inconformes y resignados es importante para levantar el ánimo y renovar la esperanza.
No tengo ninguna duda de que existe una real posibilidad, existen liderazgos en la oposición, con determinación y convicciones; hay proyecto y propuesta; gente honesta y capaz, con la mirada alta y la visión de estado.