En redes sociales, la que sea de tu preferencia, puedes encontrar cualquier cantidad de videos, que te muestran de forma gratuita, extractos de rutinas, o en algunos casos, shows completos identificados coloquialmente con el “stand up”, que es un estilo de comedia en franca ascendencia en nuestro país.
En el stand up, el expositor que se planta de pie frente a una audiencia generalmente exigente, va midiendo el ánimo de los presentes para marcar el ritmo del espectáculo, y con toda libertad, narra historias en las que va insertando pasajes divertidos, o cuenta breves historias en las que imprime su muy particular sello humorístico, o interactúa con el público, creando diálogos chistosos para el resto del auditorio.
Tal vez por razones de infraestructura urbana, poder adquisitivo, y densidad de población, este tipo de entretenimiento ha tenido notorio auge, principalmente en la zona conurbada del EDOMEX y la CDMX, así como en el Estado de Nuevo León, lugares de donde surgieron dos corrientes que de pronto se entrelazan mediante entrevistas en programas televisivos y de internet, en los que comparten su repertorio de humor, la mayoría de las veces negro, hostil y ácido.
Los comediantes que han destacado en estas urbes, adoptan convenientemente la fórmula que eventualmente sea la más efectiva para posicionarse en el medio. Si lo que está funcionando es un clip de una rutina, entonces todos intentan con un clip de su rutina. Si lo que está gustando es trolear desmedidamente al público, entonces todos intentan trolear al público. Si lo que tiene éxito es producir un podcast para generar mayor presencia en redes, entonces todos intentan producir su podcast.
Otro punto clave, es que entre todos ellos crean ambientes reales o ficticios de rivalidad; se invitan recíprocamente a sus canales y se entrevistan por horas; intentan variantes de sus shows como lo es el “ROAST” en el que, a manera de homenaje a un comediante determinado, un grupo de famosos hacen chistes muy subidos de tono, todos contra todos.
Cabe resaltar que en todo esto, únicamente sobresale el stand up “chilango” y el stand up “regiomontano”, de donde surgen una gama de propuestas en el espectáculo y el entretenimiento, dejando a las demás ciudades como simples espectadoras, como público pasivo que sólo genera fandom y monetización, como posibles sedes de una o dos funciones de las giras nacionales de quienes sobresalen en redes, pero nada más, porque el negocio y el éxito se concentran en la sultana del norte y en la ciudad capital. Es decir, estos influencers, tienen una cuna muy exclusiva, pero para su fortuna, son escuchados, reconocidos y seguidos en todo el país.
Quizá esto es desestimado por los políticos de todo el país, aquellos que quieren utilizar al stand up como recurso ilimitado para conectar con el ciudadano. Es que pretenden dejar en desuso la retórica, la metáfora, los eufemismos, y en su lugar, implantar un lenguaje banal, soez, prosaico, y para su infortunio, caen frecuentemente en el chistorete forzado, la comedia que incomoda, y un sentido del humor burdo y antipático. Es que no toman en cuenta que el stand up es para comediantes y no para políticos.
No consideran que los ciudadanos que los escuchan, forman un círculo mucho mayor que el público del stand up, que esos ciudadanos forman una audiencia que necesita escuchar planteamientos de política pública, respuestas a urgencias de servicios públicos, información de seguridad y de economía, soluciones a las necesidades de grupos vulnerables, y muchas veces, lo que menos les importa es convertirse en aplaudidores de algún show cómico, mágico, musical, pues si quisieran escuchar a un cuenta chistes, entonces buscarían en su red social a un standupero.