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sábado, septiembre 7, 2024
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EL ESCENARIO MENOS PENSADO

Que las condiciones para la formación de una candidatura de oposición competitiva en una figura que hasta hace unos meses lucía bastante improbable, estén precipitando Gálvez como virtual candidata de la alianza Va por México –PRI, PAN y PRD– de cara a las elecciones presidenciales de 2024, no es ya ninguna novedad. Sin embargo, lo que si pareciera estarse saliendo de cualquier escenario predecible para el propio gobierno federal, en una contienda con una diferencia desproporcionada en las intenciones de voto, con saldo a favor del gobierno en funciones, es el posicionamiento de una figura de oposición con serias posibilidades de crecimiento.

La cuestión es que si su propio encumbramiento como virtual estandarte de la oposición en pos de la presidencia, parece un mero accidente, –sobre todo en una arena tan movediza y/o carente de liderazgos sólidos–, su ensalzamiento involuntario a boca del propio Ejecutivo federal, que no ha perdido la ocasión de atacarle públicamente cada que tiene oportunidad desde las conferencias que desde Palacio Nacional celebra diariamente por la mañana, parece estar surtiendo el efecto contrario de lo que el propio oficialismo gubernamental quisiera.

La sobre cobertura y/o exposición mediática de la que Xóchitl Gálvez está siendo objeto, en medio de acusaciones hechas por el Presidente López Obrador –señalamientos aún sin probar–, en el sentido de que las empresas de la Senadora habrían recibido cerca de 1500 millones de pesos en los últimos nueve años, aunado a las medidas cautelares emitidas por el INE para que el propio Presidente se abstenga de hacer pronunciamientos sobre el propio proceso electoral de 2024, han aumentado de forma sobresaliente la visibilidad de la propia oposición que de a poco parece estar creciendo mucho más de lo que cualquiera de las partes involucradas en la carrera por la sucesión presidencial habría creído posible.

Un tema que se ha visto fortalecido en buena medida por las insuficiencias y/o carencias de los propios prospectos del oficialismo, –popularmente referidos como las corcholatas–, los cuales pese a contar con el beneplácito del Presidente en funciones, no terminan de posicionarse como las figuras protagónicas que este mismo quisiera, con todo y que para nadie es ningún secreto que la que lleva las preferencias para con el propio López Obrador, es Claudia Sheinbaum. Una posición de privilegio que ella misma no ha sabido capitalizar como se esperaría, dado que con todo y que cuenta con una preparación académica significativa, su trato público se ha visto un tanto salpicado por la rispidez propia de quien carece del oficio político, una arena en la que cualquiera de las otras corcholatas parece estar mucho mejor aventajado que la propia Sheinbaum.

Y es que aún, suponiendo sin conceder, que los pronunciamientos hechos por el Presidente respecto a las empresas de la Senadora Xóchitl llegaran a ser ciertos, la cuestión de fondo es que la sobredimensión de la reacción del Ejecutivo al modo y/o la celeridad con la que la misma se ha conseguido posicionar de cara a una contienda en la que de ya de entrada tendría –al menos en teoría–, todo en contra. Da la impresión de que la preocupación desde Palacio Nacional frente a la figura de la Senadora es mucho más real de lo que en primera instancia parecería.

Que vamos, de todos los escenarios posibles en esta contienda, la única de las posiciones con las que el propio Ejecutivo no parece sentirse del todo cómodo, es precisamente con aquel que parece estarse configurando, es decir, el de una figura de oposición, que lejos de lo que se esperaría, parece tener muchos más puntos en común con el electorado común, –ni que decir con buena parte de la base popular del propio Morena–, que cualquiera de las posibles corcholatas que en principio se estarían disputando el favor del Presidente.

Con tal acomodo de la cuestión, López Obrador parece estar muy a su pesar, convertido en el promotor mediático más importante de la oposición. Lo cual resulta toda una ironía, por decir lo menos, ya que contra todo pronóstico, se están replicando –aunque por razones muy diferentes a las de antaño–, condiciones sumamente parecidas a las acontecidas con el propio Presidente en su ascenso como candidato presidencial de cara al proceso de 2018, en el cual la oposición terminó convertida en el mayor artífice de su posicionamiento mediático.

Desde luego que cabe guardar las proporciones, para establecer un paralelismo semejante, porque la figura de Gálvez está muy lejos de ser un perfil del estilo del de Obrador, sin embargo, no deja de resultar interesante asumir que hoy por hoy el mayor promotor involuntario de Gálvez sea el propio Presidente. Lo que de paso confirma algo que ya en otras oportunidades he deslizado, en el sentido de que en términos de sobre exposición mediática no hay nada escrito; lo mismo se puede decir que no siempre que hable mucho de uno termina siendo tan positivo, como no menos cierto termina resultando que no siempre por mucho que se hable terriblemente mal, surte el efecto deseado por quienes se concentran en la descalificaciones personales y/o ramplonas.

Desde luego, cabe advertir que quizá todavía sea muy pronto para poder establecer con total claridad qué irá a suceder de aquí en adelante con la contienda presidencial del año entrante, –faltan de hecho más de medio año para definir las candidaturas finales entre la totalidad de los contendientes–, sin embargo, a juzgar por lo que se ha visto hasta este punto, es claro que las cosas prometen ponerse mucho más interesantes y/o inciertas de lo que lucían hace apenas unas semanas, cuando era poco o nada probable que la oposición pudiera ofrecer siquiera batalla frente a un régimen que al menos en el papel tendría todas las condiciones para garantizar su continuidad a cargo del gobierno.

Una continuidad que en el mejor de los casos sólo podría verse amenazada por las contradicciones e insuficiencias del propio partido en el poder. Las cuales huelga decir, no han afectado en lo absoluto durante su gestión como gobierno. Sin embargo, la sobredimensión que el Presidente ha venido haciendo de la virtual candidata de la oposición, pareciera indicar que la cuestión es un tema que ocupa seriamente la atención de Palacio Nacional, porque el actual parece ser, –al menos desde la perspectiva del Ejecutivo, el escenario menos pensado.

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