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martes, marzo 11, 2025

¿ES MORENA UN NUEVO PARTIDO DE ESTADO?

Durante la época dorada del PRI como partido hegemónico, –cuando nada sucedida si este no lo quería–, era moneda común decir que más que un partido, el PRI era una agencia laboral de colocaciones. De ahí que buena parte del siglo pasado, quienes se hallaban interesados en hacer carrera en las filas del Estado, los sindicatos o la política en general, sabían que para conseguirlo era menester pertenecer sí o sí al partido de lo que se consideraba la “gran familia revolucionaria”; para ser alguien en política, era vital estar afiliado al PRI, no había de otra.

Una dinámica que cada vez se parece más a lo que hoy ocurre con Morena. Porque hay que decirlo claramente: Sólo la defensa de los principios originalmente planteados a su fundación, podrían hacer la diferencia entre volver efectivo lo que alguna vez se prometió, o terminar sucumbiendo al despropósito de replicar todos y cada uno de los vicios que caracterizaran al viejo PRI. En ese sentido, cuanto más se lo observa, más difícil es no terminar concluyendo que en Morena parecieran estar empeñados en malograr la calidad moral y política del movimiento. Cuando es un hecho que Morena tendría que estar yendo justo en la dirección contraria, es decir, haciendo lo propio por mantenerse al margen de replicar lo que toda la vida se le criticó al PRI y sus numerosos partidos satélites.

A medida que ha ido conquistando posiciones políticas y territoriales, Morena ha tenido que reclutar cuadros administrativos y/o políticos, dondequiera que le ha sido posible encontrarlos. De hecho, para decepción de sus propios electores y/o militancias más sinceras, muchas de las posiciones que Morena ha conseguido, las ha conquistado con perfiles formados en tradiciones políticas por demás disimiles, cuando no francamente contradictorias; el caso es que la congruencia de principios se sacrificó en aras de un pragmatismo político que les permitiera; primero, ganar elecciones; segundo, gobernar. La premisa era por demás clara: Hay que ganar como sea, y/o con quien sea, lo demás comoquiera.

A fin de cuentas, de acuerdo con la lógica más ramplona y/u oportunista del obradorismo, el reclutamiento de lo que se dice, puro “cartucho quemado”, –en su gran mayoría proveniente del PRI, aunque también los ha habido de otros partidos–, se percibe como un mal necesario. Todo sea con tal de afianzar la toma del poder, y luego un pretendido cambio de dirección en el proyecto de nación. Lo que no quita de decir que en los casos más extremos, –piénsese por ejemplo en Morelos y/o San Luis Potosí–, Morena ha terminado afiliado a su nómina política diversas piezas, aunque en la práctica lo ha conseguido, perdiendo el control efectivo de tales entidades a manos del crimen organizado. Una victoria pírrica, cuyas implicaciones humanas han terminado resultando por demás onerosas.    
No es pues la primera vez que lo digo, una cosa es llegar al poder, y otra muy diferente, es ejercer el poder, es decir, lo que se hace con el poder una vez que se consigue el control del Estado. En ese sentido, con un movimiento como el que al menos en teoría se supone que Morena representa, con aspiraciones sociales y/o ético-morales tan altas como las que la 4T representa, el papel de sus dirigencias tendría que estar encaminado a afianzar la congruencia discursiva que le dio origen y sentido al movimiento en su origen. Para decirlo de otro modo, de muy poco o nada sirve, hacerse con el poder, si se lo diga o no, al final se pretende ejercérselo con figuras de muy dudosa calidad moral, tal son los casos de personajes como Monreal, Yunes o Adán Augusto López.

Llegar al poder para quedar en manos de los mismos de toda la vida y/o con modos de ejercer la autoridad al margen de cualquier atisbo de congruencia discursiva, resulta –por decir lo menos–, un tanto desmoralizador. Por mucho más si como quien aquí escribe, se llegó a creer genuinamente en lo que originalmente se proponía. Llegar para terminar convertido en una especie de nuevo PRI, no es nada halagador. Que sí, que personajes del estilo sirven para aprobar cambios a modo, ni dudarlo. Pero esperar que las prácticas resultantes de tales acuerdos, consigan establecer nuevas inercias que trasciendan lo que toda la vida se ha criticado, es poco menos que pecar de ingenuos, porque se lo diga o no, ello favorece el encumbramiento de más personajes como los arriba mencionados.  

La idea de afiliar a 10 millones de militantes lo antes posible, sirve para fortalecer la posición de sus dirigencias, ni dudarlo. Pero ello no significa per sé, que la calidad del partido se veré positivamente impactada. En ese sentido, lo dicho hace unos días por el líder del sindicato de maestros, respecto a que su organización sería capaz de sumar hasta 2 millones de nuevos afiliados a Morena, tiene un tufo a corporativismo por demás familiar, corporativismo que pretende superponerse a cualquier sentido de congruencia d
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