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domingo, diciembre 22, 2024

EL ABC DE AMLO

DE SOBREREPRESENTACIONES.

EL A, B, C DE AMLO Y LAS FALACIAS DE LA OPOSICIÓN.

Postula el artículo 39 de la Constitución mexicana que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo, que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste y que el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Pero el pueblo es plural, diverso, multicultural. 

Entonces, el modo de expresar la voluntad del pueblo es el voto y, quienes obtienen la mayoría, adquieren la calidad de representantes del pueblo.

Se gana o se pierde, incluso por un voto que hace la diferencia.

Es la esencia de la democracia.

En tiempos del partido hegemónico tricolor, el otrora partidazo que se presumía nacionalista y revolucionario (lo de muy represor lo pasaban por alto aun y fuera característica muy suya), las minorías eran inexistentes: en el Poder Ejecutivo mandaba un solo hombre, en el Poder Legislativo con casi nula presencia opositora mandaba ese mismo hombre y, en el Poder Judicial también mandaba ese mismo todopoderoso hombre; ¿quién hablaba de dictaduras?faltaba más.

El aparato del Estado ejercía sus funciones de manera aplastante y sin contemplación alguna; las elecciones, así, eran de Estado.

Para la elección de 1976 la oposición se puso las pilas y no participó, dejando a José López Portillo jugando sólo el juego de la silla -presidencial- sumando al PPS y al PARM como aliados; algo así como un PVEM de la actualidad.

Así que las oposiciones condicionaron su participación política a una reforma que pudiera incluir la voz de las minorías.

Entonces, para 1977 y de la mano del entonces Secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles, se crearon las diputaciones plurinominales para aquellos partidos que demostraran tener un porcentaje mínimo de votos como para hacer saber que sí representaban parte importante del pueblo.

La figura de plurinominal, que reconoce en las minorías la calidad de una sociedad plural, llegó al Senado en 1996, con Ernesto Zedillo (lo de vendepatrias es tema aparte).

Como sucede con el pastel de cualquier fiesta que cuando son muchos los asistentes se parte en mas rebanadas, así mismo sucedió con el Congreso de la Unión: empezaron con 100 pluris pero ahora son 200 porque llegan más nomás queriendo y se quita presión política.

Y como en cualquier fiesta no falta el desconsiderado que se queja porque sus rebanadas son mas chiquitas de lo que creen merecer, por su hambre de más pastel o por puro sacrificio desinteresado y patriótico, surgen las inconformidades.

Así que se levantan los reclamos a quien le toca repartir el pastel que, en el caso de la última elección, es el INE.

El fondo que preocupa a la oposición es una reforma electoral pero lo que les ocupa de bote-pronto es la distribución de los plurinominales en la Cámara de Diputados para no permitir dicha reforma.

El Poder Ejecutivo encargado a López Obrador por una mayoría aplastante avanza a paso lento, pero seguro, en su consecución. 

La figura de “mayoría calificada” es el reconocimiento a la voz de esa parte minoritaria del pueblo y pesa cuando se requiere modificar la Constitución; con ¾ de diputados se logra el objetivo y en 2018, a pesar del triunfo indiscutible de AMLO, no se tenía y las minorías estaban presentes en más de ¼ parte. 

El primer paso, posteriormente conocido como Plan A, requería pues una mayoría calificada  que no se tenía para cambiar 18 artículos constitucionales y 7 transitorios.

Estoy convencido que el Plan C era el plan original del presidente y que, para llegar a él, necesitaba transitar por el A y el B para propinar a la oposición una derrota electoral mayúscula cualquiera fuera el candidato de su partido, candidato que, también estoy seguro, el presidente sabía que sería candidata y que lo sabía desde antes que él mismo fuera electo para ser mandatario de una mayoría mandante.

Así que optó, como segundo paso por lo que llamó Plan B con reformas a seis leyes secundarias, no a la Constitución, y que requerían solamente la mayoría simple mismo que fue aprobado por ambas cámaras, no sin algunos tironeos de los legisladores que demostraron ser afines a la 4T…pero tantito no.

Algunos de ellos, en lo oscurito, maniobraron para cambiar lo que a los partidos aliados no convenía, teniendo como figuras centrales de ese intento de asonada silenciosa al entonces petista don José Gerardo Rodolfo y al apoyador del Fobaproa Zedillista don Moisés Ignacio. 

El Plan B pasó en el Poder Legislativo pero se atoró en el Judicial, pues la Suprema Corte de Justicia (de muy ingrata memoria para la clase trabajadora durante los 6 sexenios neoliberales del PRIAN) atendió parte de las controversias constitucionales declarando inconstitucionales parte de las reformas aprobadas por la mayoría simple de legisladores.

Así llevó el presidente este proceso, de la mano y con paciencia. 

Dicen que se dice: “la paciencia es un árbol de raíz muy amarga pero su fruto es dulce”; si alguien ha dado pruebas de presumir la paciencia como una virtud es el presidente.

El proceso electoral que llevó a la Doctora Claudia Sheinbaum al Poder Ejecutivo y a una mayor cantidad de legisladores al Poder Legislativo es el plan original de AMLO: una mayoría creciente del pueblo que, haciendo uso de su soberanía expresada en las urnas, deposita en la auto llamada 4T, el mandato de representar su sentir.

¿Y el Poder Judicial? 

Volviendo al 39 constitucional recordemos que postula: “… todo poder público dimana del pueblo…”

TODO PODER.

Y el Judicial es uno de ellos.

Así que está en puerta la reforma a ese poder, poder que hoy muchos sentimos que nos quedó a deber y representó bien el dicho: “la justicia es igual a las serpientes, sólo muerden a los que están descalzos”.

Y los que han hecho de este poder una burbuja de corrupción y nepotismo saben que en el Poder Legislativo, una facción depositaria de la voluntad popular con mayoría calificada, podrá poner fin a sus excesos.

Al interés faccioso de la Tremenda Corte le apuesta la oposición cuando se saca de la manga una supuesta sobrerrepresentación de los afines a la 4T en un intento desesperado de impedir el reconocimiento a esa mayoría calificada lograda en las urnas que son el espacios donde el pueblo ejerce el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Enredando sofismas pero ejerciendo su derecho de manifestarse, las minorías salen a la luz manifestándose, en una curiosa dictadura que se los permite, combatiendo el derecho de una mayoría que habló el domingo 2 de junio.

En San Luis Potosí no podían faltar y les haría bien seguir el consejo del presidente aunque fuera por una vez en su vida: “en política se pueden hacer muchas cosas, pero hay que procurar no hacer el ridículo”.

Los falaces, como la organización “Potosinos Con Valor”, acudieron a la Junta Local del INE, al que hace poco juraban defender hasta con su vida para hacer reclamos a la presidenta Taddei.

Señalaron que “los partidos políticos hacen las cosas muy ambiguas para poderse trepar sobre las leyes”, pasando por alto que esas leyes que juzgan ambiguas fueron creación del régimen prianista y que hoy rigen porque ésos mismos partidos, con el apoyo de estos mismos ciudadanos de la hoy minoría, no quisieron discutir una reforma electoral que ya se visualiza en el horizonte si se reconoce, lo que les quita el sueño, a la mayoría calificada.

Poniendo los puntos sobre las íes, se disputaron 300 distritos federales y los afines a la 4T ganaron en 256; de éstas, Morena en solitario ganó 37.

El PAN ganó solamente 3 de esas 300 en disputa y, junto con PRI-PRD, sumó 42 triunfos. 

Como el PRI y el PRD no ganaron por sí mismos en ninguno de los 300 distritos, les quedan 42 curules de 300.

El Movimiento Ciudadano ganó un distrito de 300 y la lista se completa con un candidato independiente de partido registrado.

En 17 estados borraron del mapa a la coalición Fuerza y Corazón por México y no ganaron un solo diputado.

La oposición señala porcentajes nacionales reclamando que por esos porcentajes deben quitarse diputados plurinominales a la coalición Sigamos Haciendo Historia, omitiendo que no se reparten por lista nacional sino por circunscripción.

Son 5 circunscripciones y se reparten 40 pluris por cada una para sumar entre las 5 circunscripciones a los 200 plurinominales en disputa.

Arguyen que hay soberrepresentación; veamos:

Morena gana para su bancada 161 lugares y se estima le asignarían 87 pluris; poco más de la mitad obtenida.

El PAN gana para su bancada apenas 32 lugares pero se estima le serían asignados 36 pluris; mas del doble de las obtenidas. ¿Pues cuántas quieren?

Al PRI, que signó a 9 aspirantes triunfadores para su propia bancada, se le darían 24 más; casi el triple de los ganados por mayoría relativa.

Al PRD, que signó a uno de los ganadores no le toca ni agua pues no alcanzó el porcentaje mínimo requerido.

Argumentan que, según la ley, para tener derecho a lugares por la vía plurinominal debe registrarse candidato en al menos 200 distritos de los 300 y, como nadie lo hizo, deben asignarse por coalición, pero, si la ley es la ley y, como nadie lo hizo, digo que en ese supuesto nadie entonces tiene derecho a pluris y el Congreso se constituiría así con solamente los 300 diputados electos, como buscaba el plan A que rechazaron.

¿Defienden más pluris para acompañar a los panistas Marko Cortés, Ricardo Anaya, Lilly Téllez, a los priistas Cabeza de Vaca, Alito Moreno, Beltrones padre y Beltrones hija, Moreira, Aurelio Nuño?

Defienden los opositores, como los locales de Potosinos Con Valor, que les otorguen más lugares de las listas pluris al PAN y al PRI sin detenerse a meditar, ni por error, que esas listas de pluris fue uno de los motivos que terminaron de desanimar el voto por su coalición electoral, por ser políticos de mal ver.

Ni modo.

Bien lo dijo AMLO cuando espetó: cuídense de hacer el ridículo.

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