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viernes, noviembre 22, 2024

¿QUÉ ES UNA MUJER DE ALTO VALOR?

¿Qué diantres es una mujer de alto valor?

Capaz porque con la edad que tengo, ya no cualquiera me impresiona, y menos si por ahí lo más distintivo que es capaz de ofrecerme, es tan básico, que con cualquier cirujano se consigue. Pero yo personalmente pienso que una mujer fea, es aquella que por muy atractiva y linda que sea, te trata como el culo y encima ni siquiera te respeta frente a otros. Esa sí que es una mujer decididamente fea; la que por mucho que te haga compañía, te hace sentir terriblemente solo.

Mujer de alto valor, –por aquello de utilizar la pedorra terminología de moda hoy en día–, aunque yo prefiero el más cursi y/o anti esnobista apelativo de “mujer bonita”, es la mujer que va a con vos como su genuina compañera, paso a paso, con la complementariedad como principio no sólo personal, sino de vida. Porque de eso es lo que se trata lo de ser o estar en pareja, de ser parejos en esfuerzos y/o en compromisos, pero también en disposición y responsabilidades.

Y perdonen que lo diga así, pero: ¡Me chupa un huevo si sabe o no hacer todo lo que supone que tendría que saber hacer cualquier mina, sólo por el simple hecho de serlo! Digo, que sea un adulto operativamente funcional, no me dice absolutamente nada de la persona que se supone que es en lo humano.

Podría saber cocinar como si del Chef más recocido del mundo se tratase. Pero si no es capaz de ser genuinamente empática y/o solidaria cuando todo está yendo como el orto, de qué carajos me va servir que sepa distinguir entre quesos, vinos y/o cortes de carne con los que llenarse el estómago. Cuando para mi basta con cualquier plato de pasta o ensalada; total, con que no nos falte comida, ni salud para poderla saborear y compartir, me conformo.

Podría saber en qué orden se supone que va la ropa en las gavetas de un placard, e incluso mantenerlo todo tan prolijo y ordenado, que hasta las ganas se me quitaran de probarme una camisa y no la otra; o saberse la más rigurosa etiqueta y/o la última tendencia de la moda, e incluso intentar aleccionarme con el desastre que por elección propia soy con aquello de la ropa. Pero si no es capaz de ser total y llanamente sincera respecto a lo que piensa de la vida, y/o a sus expectativas sobre el futuro. Capaz podría terminar liándome con una maniaca de cuyo orden obsesivo no se escaparía ningún aspecto de mi propia vida. ¡Y carajo, ese no es modo de vivir! Ni lo es para quien todo lo quiere controlar, ni mucho menos para quien termina siendo objeto de sus desvaríos.

Podría estar que se caiga de buena y mantenerme todo el día con ganas de garcharla. Pero carajo, si no es capaz de darme algo más que su cuerpo, y cambio atreverse a mostrarme las cicatrices de su alma, o los sueños de los que se componen el torrente de sus emociones, ¡para qué mierdas quiero yo una pelotuda 24/7, que se sienta que por ser capaz de mantenerme caliente, no hiciera falta un contacto mucho más genuino, íntimo, cariñoso y recíproco! ¡No, no, qué horror! La calentura sin ternura y humanidad, me desquicia y hace sentir terriblemente vacío.

Podría ser la mujer más culta y/o sofisticada sobre la faz de la tierra, tener miles de títulos y/o experiencias de vida, y ser capaz de mantenerme atento en una conversación de cultura general por horas, e incluso sobrepasarme por mucho en aptitudes y conocimientos. Pero de qué me va servir todo su mundo y/o reconocimiento, si a la hora de la verdad, cuando se trate de vivir la vida diaria, no sea capaz ni de entender cómo es que ríe, llora o grita, cuando de lo que se trata es de sacar siempre fuerzas de donde no las hay. Porque la vida real es terriblemente cabrona, y en cualquier momento toda certidumbre afianzada sobre lo que creemos que sabemos, se puede ir a la mierda, y con ello por la ventana el poco o mucho amor que nos digamos tener.

Podría ser la mina más divertida, sociable y/o ingeniosa que mis propias figuraciones fueran capaz de imaginar. Incluso tener esa extraña mezcla entre carisma y torbellino desastre que tan atractiva encuentro en aquella mujer que se permite ser ella misma sin ningún pudor. Pero de qué carajos me serviría todo ese fulgor emocional, si no fuera capaz de sostenerse en un solo pie cuando de lo que se trate no sea de reír, sino incluso de llorar o mantener la calma a prueba de todo cuando todo se rompe a pedazos. Porque encuentro otros aspectos de la vida tan cruciales, que no sería capaz de concebir un amor en el que no fuera capaz de compartir la incertidumbre, pero también la belleza de la vida y sus múltiples y muy variados contrastes. Si se trata de jugar el incierto juego del amor, habrá que decir que las mujeres de alto valor, están llenas de virtudes sí, pero también de terribles desperfectos que comoquiera, no les quitan un ápice su valor.

Podría ser la mujer más terriblemente eficiente para administrar ingresos y/o valores de toda índole. Incluso propiciar y/o coadyuvar en la estabilidad material de tal modo, que no hubiera crisis económica capaz de alcanzarnos, y en cambio ir sobrados de posibilidades, como de capacidades, por no hablar de caprichos y/o suntuosas excentricidades. Pero la gran realidad es que conozco tan a modo mis más grandes contrastes y/o mis más significativas singularidades socio culturales, que la verdad no sería capaz de pensarme emparejado con una mina a la que le tuvieran sin cuidado las causas profundas de nuestra propia existencia, o la propia dimensión espiritual de la vida misma. Pasar por alto que somos mucho más de lo que en este plano existencia somos capaces de percibir, no está entre el tipo de límites que sea capaz de soportar si de estar en pareja se trata. Y siquiera intentarlo, sería como si para estar con alguien tuviera por fuerza que dejar de ser uno mismo.

Una mujer de auténtico alto valor, es mucho más de lo que la histeria colectiva de personas que no tienen la menor idea de lo que vivir al día significa. Las mujeres de alto valor que en la cotidianeidad de la vida soy capaz de visibilizar, están para empezar, sumamente lejos de cumplir bien a bien los ridículos estándares que todo tipo de ideologías de suma cero pretenden imponerles; son mujeres con arrugas y estrías, con imperfecciones por aquí y por allá, con un genio por demás voluble y caprichoso, con todo tipo de complicaciones, como de sueños e ilusiones, pero también de singularidades que capaz pudieran rayar en lo estrafalario, como es que ocurre con cualquiera, pero carajo, son mujeres de carne y hueso al fin.

Porque se trata ante todo de mujeres reales, más allá de la aparente perfección que la irrealidad virtual sugiere que la humanidad y nuestras vidas mismas deben de ser. Y la verdad es que las prefiero en ese modo por encima de cualquier imposición corporativa o moda baladí instantánea, porque a mí lo de terminar jugando con muñecas de plástico prefabricadas y/o manufacturadas en idénticas proporciones y/o colores, me saca siempre una urticaria insoportable, capaz de quitarme cualquier ganas de amar.

Luego entonces me sigo preguntando, porque palabra que no termino de entender el mundo del que intentan hacernos participar. ¿Qué diantres es una mujer de alto valor? Capaz sea que yo sencillamente no tengo ni la más remota idea, capaz sea también, que para esas cosas estoy permanentemente desenchufado de lo que la mayoría llega a creer que piensa. En fin, cada cual que saque sus propias conclusiones, pero en lo que a mí respecta, una mujer de “alto valor”, está muy lejos de ser lo que se supone que se dice que debe ser.

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