En contra de la naturaleza es imposible operar, a lo más que se puede aspirar es a prevenir para evitar que los daños sean mayores, sin embargo, con gran consternación y, profunda tristeza, en la costa de Guerrero, sin previo aviso pegó con toda su magnitud el huracán Otis, causando una gran tragedia para los habitantes de la zona.
Es una verdad de Perogrullo, se pudieron haber tomado medidas previas encaminadas a paliar la catástrofe, con el objeto de disminuir los efectos, no obstante, esa grave omisión, imperdonable y a todas luces negligente, toca ahora atender las consecuencias que dejó a su paso el fenómeno climático.
Uno de los valores más arraigados en México, es la solidaridad. Cada vez que se han presentado situaciones similares, sin regateo alguno, sin duda y, con el mejor de los ánimos, la gente ha salido a colaborar de forma generosa, unida, organizada y, sin esperar nada a cambio, se suman las voluntades compartiendo el dolor y la necesidad de ayuda.
Debido a ello, esta ocasión no ha sido la excepción, después de saber lo acontecido, han surgido múltiples manifestaciones de apoyo, las imágenes de la devastación; las personas afectadas pidiendo víveres, medicinas, productos de primera necesidad, como agua, electricidad, pañales, combustibles, etc., han despertado profundamente las conciencias de gran parte de los mexicanos, quienes han respondido positivamente al llamado.
Lo curioso del asunto, se presenta de parte del gobierno, pues a pesar de estar rebasado por los acontecimientos, se quedó pasmado sin una reacción rápida y congruente para atender de inmediato a los damnificados, lo único que se le ocurrió hacer fue un cerco de aislamiento, dejando vía libre a la rapiña y a merced de la delincuencia a los habitantes de la zona afectada.
Todo quedó sin cabeza, no se formó inmediatamente un Comité coordinador de acciones, que por su naturaleza le correspondía a Protección Civil, donde se conjuntaran los esfuerzos gubernamentales y de la sociedad civil, todo ha sido un completo desorden.
Además, lo inusitado: una persona tuvo que solicitar el amparo de la justicia federal para poder llevar ayuda, ante los decomisos carreteros, victima de la desesperación y la impotencia, se vio obligado a recurrir a esa instancia ante la intransigencia de las autoridades.
La recuperación será lenta, sufrida y dolorosa, es obvio que por sí solos es difícil salir adelante y, las autoridades tampoco tienen la capacidad necesaria y suficiente para atender en su magnitud la tragedia, se requieren esfuerzos y ayuda de la sociedad en su conjunto.
Se estima que los edificios ubicados en la costera Miguel Alemán, de Acapulco, principal centro turístico y motor de la economía, están dañados en un 65%, situación que habla por sí misma.
Ese centro turístico concentra una población de poco más de ochocientos mil habitantes, que se encuentran sin satisfacer sus necesidades más apremiantes, sin contar las epidemias e infecciones a las que están expuestos, la ayuda humanitaria debe ser rápida y eficaz, el reto es mayúsculo.
A las autoridades les corresponde ser un factor de unidad, coordinación, suma de esfuerzos y atención inmediata, evitando convertirse en un estorbo.