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viernes, noviembre 22, 2024

LA GALLARDÍA… UN MODO NADA DISTINTO DE GOBERNAR

Sólo en una sociedad donde la clase política tradicional se halla tan desacreditada, la formación de plataformas políticas con liderazgos de dudosa procedencia legal y oscuro proceder, resultan utilitariamente justificables para una ciudadanía acostumbrada al ostracismo de quienes por años han gobernado sin dar muestras claras de entender y atender las necesidades más elementales de sus respectivas sociedades. Más claro: No pocos en el estado de San Luis Potosí, creen que la actual administración estatal, –a cargo de Gallardo Cardona, un tipo que debería estar preso, teniendo en cuenta su amplio historial delictivo–, hace las cosas diferente y que en el hacer de su gestión, cualquier otra consideración carece de importancia, porque como dicen sus defensores: Al menos hace.

Hay más obra pública –justifican quienes le defienden–, lo cual es parcialmente cierto, ya que se ha hecho un esfuerzo importante por remozar las avenidas principales de la ciudad, lo mismo que por bachear el sinnúmero de desperfectos existentes en el asfalto local, –producto de años de escasa atención al rubro–, lo que no dicen es que no todo lo hecho ha terminado de cumplir criterios de transparencia. Lo que es más, en no pocas ocasiones sucede que no se sabe en realidad con quién y de qué modo es que se han gastado realmente los recursos invertidos en dichas obras, recursos que huelga decir son de índole pública.

Hay también más efectivos policiacos circulando en las calles, –afirman algunos–, la policía ha vuelto a cubrir los puntos más visibles de la ciudad, y aunque la cosa es cierta al menos en lo tangencial, poco se dice de que esta mayor presencia se ha conseguido a costa de descuidar otros sectores de la localidad donde vivir o transitar se ha vuelto cada vez más peligroso, al punto de que quien se adentra en dichas zonas, lo hace bajo su propio riesgo, sin contar que no pocos creen ver cierto contubernio o cuando menos un alto grado de permisibilidad selectiva para con algunos grupos delictivos, cuyos integrantes siguen operando impunemente pese a las numerosas denuncias y quejas de la ciudadanía.

Lo que deja en evidencia que al menos en lo que a seguridad toca, la cosa dista mucho de haberse resuelto. Una realidad que, se piense lo que se piense, está dolorosamente a la vista de todos, porque es un hecho que los episodios de violencia armada no han hecho sino incrementarse en toda la geografía del estado por igual. Al punto de que San Luis Potosí ha pasado de ser un estado en el que nunca pasaba nada, a uno en el que no hay prácticamente ninguna semana del año en el que no seamos noticias por razones de la alta descomposición delictiva que vivimos, porque cuando no se habla de balaceras o de personas desaparecidas, nos terminamos enterando de migrantes extorsionados o de grupos delictivos haciendo de las suyas en prácticamente cualquier punto.

Bueno pero no todo está tan mal, de hecho, en la actualidad hay mayor promoción de imagen para la entidad, –se regodean no pocos–, lo que queda patente en la reiterada celebración de todo tipo de eventos mediáticos, que lo mismo incluyen exposiciones culturales y muestras gastronómicas, que festivales musicales o ferias de inserción laboral o conciertos y hasta la realización de grandes producciones cinematográficas. El problema está en que esta mayor promoción se ha conseguido en no pocas ocasiones, con la intervención no esclarecida de supuestas inversiones privadas, que algunos analistas políticos atribuyen, lo mismo al lavado de dinero de grupos delictivos, que al desvío selectivo de recursos públicos hacia empresas de la propia familia de Gallardo Cardona.

Sin embargo, para sus defensores, estas y otras observaciones parecidas carecen de importancia, toda vez que según argumentan, en colonias populares, incluso se distribuyen asistencias para los que menos tienen, (apoyos que lo mismo vienen en forma de despensas, que de becas y útiles escolares o purificadoras de agua y expendedoras de tortillas ambos con precios subsidiados), sin que se diga apenas algo, tanto de los motivos de dichas políticas, como de la procedencia de los recursos usados para su ejecución, lo cual contrasta, con una administración que en no pocas ocasiones, se ha reconocido al borde de la quiebra.

Nada mal de cualquier modo, menos para el abanderado de un partido político históricamente marginado de la arena pública local, –escenario en el que no hizo otra que jugar la posición de partido bisagra al servicio del PRI–, entre otros motivos por la propia configuración política de la ciudad, cuya oposición se agrupó históricamente en torno a la figura del mítico Dr. Nava. De tal suerte que fuera del binomio PRI-PAN, la práctica totalidad de los partidos existentes jugaron siempre –tanto en lo nacional como en lo local–, posiciones marginales, de las que a duras penas consiguieron despuntar como no fuera por razón de los mecanismos de representación proporcional que durante los años 90’s le fueron dando un caris multipartidista a un sistema político acostumbrado a la presencia hegemónica de un solo partido. Presencia cuasi hegemónica que sólo menguó al inicio del siglo XXI, cuando el PAN consiguió llegar a la Presidencia.

Para decirlo claramente, ahí donde hoy se observa un panorama nacional con la mayor parte de los partidos tradicionales rebasados por la posibilidad de postular personas sin credenciales partidistas, el actual titular del gobierno del estado, ha ido generando una compleja estructura de lealtades clientelares que le posicionan como un actor político con amplios márgenes de acción, razón principal por la que incluso sectores tradicionalmente distantes verían con beneplácito la posibilidad de verle contender en algún momento por la propia gubernatura del estado, lo cual, en vista de lo que hasta aquí ha hecho, –se aventuran a decir–, resultaría de suma importancia, en una entidad federativa, que pese a su potencial, no ha terminado jamás de aprovechar al cien por ciento su excepcional y privilegiada condición de ser el verdadero centro geográfico del país. Así las cosas ¿cuál es entonces el problema? Se preguntan los más desprevenidos.Algunos –quizá los más optimistas–, lo relacionan con una estrategia de comunicación social deficientemente planteada. Acusan no sin razones para creerlo, que el perfil tradicional de la sociedad local de talante clasista y conservador, contrasta con la importancia que la actual administración le ha intentado dar, al establecimiento de políticas públicas con los sectores más desfavorecidos como motor principal. Motivo por el cual, se ha visto señalado en reiteradas ocasiones bajo la sospecha de la naturaleza clientelar electoral de tales medidas con miras a las próximas elecciones. Una consideración sobre la cual, pese a la suspicacia de propios y extraños, cualquier actor importante de la localidad ha evitado pronunciarse públicamente.

Otros mucho menos indulgentes y más juiciosos, se preguntan con sobradas razones si el hacer de la actual administración es justificable pese a la opacidad y discrecionalidad con la que muchas de sus obras se han realizado, ¿o si será que ya cualquier cosa es justificable con tal de que se deje algo? En cualquier caso, se piense lo que se piense, de lo que aquí hablo, rebasa por mucho el disgusto de algunos sectores sociales, a groso modo identificados como trabajadores despedidos de administraciones anteriores, u organizaciones civiles movilizándose con fines políticos, como es que el propio gobierno ha querido hacer ver frente a la opinión pública, a las muy diversas y numerosas muestras de rechazo ciudadano que se han dejado sentir desde el inicio mismo del actual gobierno del estado.

Para decirlo más claro: Los cuestionamientos que sobre el actual titular del Cabildo pesan, son pese a su heterogeneidad, coincidentes en por lo menos, tres cuestiones a saber, primero, no basta con hacer; segundo, el exceso de proyectos que se están realizando, –proyectos cuya utilidad muchas veces no se justifica en lo absoluto–, precisan de transparencia en la asignación y el gasto de los mismos; y tercero, pese a lo hecho, el balance deja un muy mal sabor de boca, porque San Luis Potosí ha conocido gobiernos que también hicieron lo propio, sin por ello caer en las muy severas contradicciones del actual gobierno estatal.

Un gobierno cuyo proceder, –habrá que decirlo claramente– no sólo disgusta a sus adversarios, también ha terminado siendo motivo de preocupación para propios y extraños cuando el exceso de gastos superfluos en los que ha terminado incurriendo han puesto en peligro su propia viabilidad operativa. Así las cosas, visto de este modo, la gallardía, no es ni la mitad de beneficiosa o inocua de lo que algunos han querido ver, como tampoco se trata de un nuevo modo de hacer las cosas, o del surgimiento de nuevos movimientos equiparable al de figuras históricas de la localidad –como tanto defienden sus allegados–, antes bien parece más un retroceso a los modos más brutales del viejo autoritarismo, pero con la legitimidad que dan los actuales mecanismos de libre elección de autoridades. ¿Será que ya con tan poco nos conformamos? Sin comentarios.

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