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sábado, noviembre 9, 2024

TODO QUEDA EN FAMILIA

¿Cómo era? ¿Dime con quién andas y te diré quién eres? ¿Alguna vez se ha puesto a pensar quiénes han acompañado al hoy presidente en las actuales posiciones de poder del Estado mexicano? ¿No o sencillamente le parece algo por demás ocioso y hasta improductivo? Demos pues un repaso así sea superficial a algunos de sus colaboradores más cercanos y/o personas de confianza en su llegada al poder. ¿Alfonso Durazo Montaño? –contemplado por López Obrador como Secretario de Seguridad en el inicio del actual sexenio, hasta el 2020 cuando terminó siendo elegido como gobernador de Sonora, un priista “redimido” parte medular de las campañas de Colosio y Zedillo, además de secretario particular de Vicente Fox.

Vicente Fox Quesada, el mismo ex Presidente, cuya esposa Martha Sahagún, es íntima de Ana Paula Gerard Rivero, esposa de Carlos Salinas; Fox el hijo político de Diego Fernández de Cevallos, amiguísimo de Carlos Salinas); pero claro, si se trata de la mismísima “mafia del poder”, qué se podía esperar –podrá decir algún incauto que acríticamente apoye al actual gobierno federal, como sintiendo que con ello confirma el discurso que ramplonamente se ha sostenido desde la llegada misma del hoy mandatario federal.

Para el caso de Durazo Montaño, si bien renunció al gobierno de Fox a mitad del 2004, se unió a la primera campaña de AMLO, faltando apenas dos meses para las propias elecciones de 2006. Por cierto, pintoresco el detalle de que la actual esposa de Salinas de Gortari, –Ana Paula Gerard Rivero– sea prima de Emilio Azcárraga Jean, (su abuela Bertha, es hermana de Emilio Azcárraga Vidaurrieta, padre de Emilio Azcárraga Milmo, y abuelo del mismísimo dueño de Televisa); por consiguiente hermana de Gabriela Gerard Rivero, la esposa de González Anaya, quien fuera Secretario de Hacienda con Peña Nieto. Cuanta mafia del poder, toda extremadamente cerca del señor López Obrador ¿No?

¿Y qué me dice de uno de los casos más obvios como contradictorios, el del infame Manuel Barttlet Díaz, hoy en CFE? –el mismo hombre que declaró “la caída del sistema” en el fraude de la elección presidencial de 1988, amigo íntimo entre otros, de Manlio Fabio Beltrones y Cesar Duarte–, para variar, hijo de Manuel Barttlet Bautista, un ex Gobernador de Tabasco (1950-53), íntimo de Raúl Salinas Lozano, padre del mismísimo innombrable: Carlos Salinas de Gortari. ¡Oh que caray, más mafia del poder cerca de AMLO! Pobre hombre, ¡Ja!

¿O qué tal el caso de Manuel Camacho Solís? Muerto en 2015, (este hombre, hijo político del mismísimo Carlos Salinas, y padre político a su vez, de Marcelo Ebrad). Hijo de Víctor Manuel Camacho López y Luz Solís Echeverri. Estuvo casado con Guadalupe Velasco Siles, –quien fuera hija de Manuel Velasco Suárez, ex gobernador de Chiapas (1970-76); hermana por tanto, de José Manuel Velasco Siles (padre de Manuel Velasco Coello: quien fuera Gobernador de Chiapas durante el pañanietismo, –el mismo hombre cuya madre, Leticia Coello Garrido, es hija de Fernando Coello Pedrero, un íntimo de AMLO, a cuyo cargo estaba todo lo alusivo al Tren Maya, hasta su muerte en diciembre de 2020). Más claro: Camacho Solís tío de Manuel Velasco Coello y promotor de AMLO, no pues sí; ¿una familia de la mafia del poder apoyando a AMLO? ¿Qué raro no?

Por cierto que Leticia Coello Garrido, la mamá del “Peña Nieto Chiapaneco”, es prima de otro íntimo de Carlos Salinas, –para variar también primo de este–, me refiero al tristemente célebre José Patrocinio González Garrido, –hijo de Salomón González Blanco, Gobernador de Chiapas de 1977 a 1979, y Josefa Garrido Canabal, sobrino por tanto, de Tomás Garrido Canabal, –otro Gobernador y cacique de Tabasco–; yerno de Antonio Ortiz Mena, por estar casado con Patricia Ortiz Salinas; hija de Martha Salinas Lozano –también a veces referida como Salinas Sáenz o Sainz, por aquello de despistarle–, ¿y quién carajos se supone que es Martha Salinas Lozano? –podrá preguntarse cualquiera. Pues verá, Martha es la hermana de Raúl Salinas Lozano, el padre de Carlos Salinas de Gortari). ¿Demasiado cerca la llamada mafia del poder no?

Y total que toda esa maraña de nexos familiares entre los Coello Garrido, los Garrido Canabal, los Ortiz Mena y los Salinas de Gortari –a su vez emparentados con los Díaz Ordaz, los Ruiz Massieu y los López Portillo, por mencionar algunos–, nos lleva –por inverosímil que parezca–, a la más que irrisoria conclusión de que hoy más que nunca, en el gobierno federal actual, todo o casi todo, –que para el caso no hace mucha diferencia–, queda en familia; de idéntico modo que ha sido desde hace generaciones, que vaya si decepciona y mucho.

Una auténtica monarquía transexenal, en la que para sentarse en la silla grande, –entiéndase la presidencia–, es preciso, además de ser pariente –así sea lejano–, pedir la bendición y/o el visto bueno del resto de la familia. De cualquier modo, cada y tanto, cuando se hace necesario refrescar un poco la legitimidad del sistema, por aquello de evitar chismes y/o habladurías por el descaro con que se pasan el poder entre unos y otros de una misma familia, queda el recurso de prestarle el timón del barco a los hijos o nietos de los trabajadores familiares. Esos que tras generaciones trabajando a su servicio, han demostrado la suficiente lealtad a la casta gobernante, como para garantizar que nada sustancial habrá de cambiar si se les deja navegar un rato el barco, tal es el caso del actual Presidente López Obrador, cuyo padre trabajó a las órdenes de la familia Garrido Canabal, una familia por demás interesante, en la que entre otras cosas, abunda el nombre de Pío.

Por cierto, resulta cuando menos curioso constatar como el ex Presidente Gustavo Díaz Ordaz, termina siendo a su vez, sobrino nieto del mismísimo ex Presidente Porfirio Díaz. El caso es que el poder en México, una república con alma imperial, ha estado siempre en manos de gente que pertenece toda a un mismo linaje familiar, prácticamente ininterrumpido en dos siglos de historia. Siendo excepcionales los casos en los que no se tiene ningún nexo de parentesco con la élite del momento, y de todos modos se consigue llega al poder.

De risa ese discursito de la mafia del poder cuando eres mafia del poder y te cobija o financia la mafia del poder. ¿Esos son los de la esperanza de México? Caray, con esas esperanzas mejor así nos quedamos. Más claro: dejémonos de simulaciones, fuera discursos chabacanos y simplistas. ¡Ay, ay, la mafia del poder! ¡Ay, ay, el PRIANRD y su neoliberalismo, que hizo pedazos los beneficios del Desarrollo Estabilizador y el propio Estado de Bienestar, tan bellamente diseñado y ejecutado por Antonio Ortiz Mena! ¡Ay, ay, la mafia del poder a la que hay que sacar para que México por fin sea gobernado por el pueblo sabio y bueno!

Y como cuanto más se le busca a sus colaboradores, más mafia del poder van saliendo, ya de plano AMLO y compañía han pasado, del irrisorio “yo no sabía nada”, o el no menos simpático “no somos iguales”, al candoroso “es que han recapacitado, y ahora son de los nuestros…”; para el caso, independientemente de la excusa de la que se guste echar mano, el resultado es francamente patético. Seamos serios por favor, verdaderamente merecemos algo mejor que un mera lavada de cara y/o discurso. Así las cosas, lo menos que puede preguntarse cualquiera con un mínimo de juicio es: ¿Será que para llegar al poder en México todo queda en familia? Saque cada cual sus propias conclusiones.

Lo menos que yo personalmente pienso, ya lo he dicho en otras ocasiones, pero igual lo he de repetir: Para cómo funciona realmente el sistema político en México, «la lucha por el poder» que algunos perciben, es mera ilusión. El poder pasa entre unos y otros, por negociaciones privadas entre élites familiares –cual si de clanes tribales se tratara. Lo de una ciudadanía eligiendo en las urnas, es sólo una formalidad hecha para legitimarse y tratar de tapar el sol con un dedo.

Nadie de los que gobiernan «llegan» realmente al poder, la mayoría está ahí desde mucho antes de que siquiera nos demos cuenta que «llega», todo se cocina siempre de espaldas a la mayoría, en lo oscurito, con negociaciones donde todo ideal o principio es una mera mercancía. Lo peor: Han secuestrado los recursos de todos, porque existe el modo y pueden, y no hay quién los vaya detener jamás, no al menos mientras la sociedad y sus potenciales ciudadanos se sigan conformando –según el dinero que se tiene–, con ser sus animales, trabajadores o consumidores.
Pero qué nos va a importar esto y más, si a nadie le importa un pepino lo que pasa más allá de sus propias narices.

Es realmente conmovedor lo de declarar sorpresa o desilusión una vez que los de turno han cometido ya sus fechorías, cuando desde su propia designación como candidatos se sabe quiénes son, pero claro, en ese momento de jolgorio y “campaña”, pocos dicen nada; unos –los que menos tienen–, por la ilusión de que colaborando y en silencio, a lo mejor les toca algo; otros –los que medio tienen–, porque en la amenaza de llegar a perder lo poco que ya tienen, son capaces de hacerse de la vista gorda; y otros –los menos, que lo tienen todo y les sobra–, porque pongan al que pongan, los problemas públicos no los alcanzarán jamás. Bendito modo de vivir, con razón la vida es tan corta, que si no, quién sabe qué tipo de nuevos vicios cultivaríamos.

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