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viernes, noviembre 22, 2024

¿ES POSIBLE LA AMISTAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES? Parte II

La semana pasada hablaba en este mismo espacio, respecto a si ¿es o no posible una auténtica amistad entre hombres y mujeres? Mi respuesta para aquella primera entrega, fue por demás tajante, pero no por ello libre de sus asegunes: las amistades entre hombres y mujeres, son sólo posibles si voluntaria –o involuntariamente– se suprime el componente sexual de la relación. O lo que es lo mismo: la mayoría de los amigos que una chica cree tener, no son en realidad sus amigos, sino tipos con interés sexo afectivo, que por distintas circunstancias se han visto rechazados y/o anulados en sus pretensiones.

Una respuesta semejante no tendría porque sorprendemos, porque no hay en realidad, como se dice cotidianamente “nada nuevo bajo el sol”, y mucho menos lo hay, si nos situamos en una visión práctica de la cuestión, dejando sin efecto el sin fin de filtros sociales que rutinariamente rodean al tema. Filtros que en vez de ayudar a establecer un entendimiento más sincero y realista de la cuestión, lo suelen deformar de forma muy severa, por no hablar también de la manipulación a la que el tema se presta entre ambos géneros. Una situación que se refleja de continuo en la polémica que su discusión suscita.

Empero cabe preguntarnos: ¿por qué despiertan estos temas –la amistad entre hombres y mujeres, o la manipulación a la que estas mismas relaciones se prestan–, tantas ámpulas y/o choques de opiniones innecesariamente polémicos? Cual si de pronto propios y extraños se sintieran desnudos y hasta ofendidos. Porque no está del todo normalizado discutir nuestros referentes. Son tan fuertes nuestros filtros y/o condicionantes socioculturales al respecto, que discutir los temas con total franqueza y apertura llega incluso a ser políticamente incorrecto; hablar de las relaciones entre hombres y mujeres, y peor aún, hacerlo sin filtros, para decir que de ambos lados se cuecen habas, porque existe no pocas veces mucha manipulación, remueve tantos mitos y/o tabúes.

¡Carajo contigo, pero quién te ha hecho daño!; ve tú a saber con qué clase de personas te has de juntar; bueno… es que cada quien habla de cómo le ha ido; ¡ay no, pero cómo crees!; ¡no! Yo jamás haría algo así…; y tantas afirmaciones más del estilo; eso no es cierto, la mayoría de mis amigos son hombres y no por eso me acuesto con ellos o quieren conmigo; nada que ver, yo sí sólo los veo como amigos. Son todos lugares comunes que se dejan oír cuando este tema de las relaciones de amistad entre hombres y mujeres se discuten. Y son precisamente el tipo de filtros y/o resistencias, que impiden discutir estos y otros temas del estilo con total franqueza. No para sojuzgar, sino propiciar las condiciones necesarias para superar lo que genera daño a ambos lados de la discusión.

Lo que de paso prueba que lejos de lo que públicamente se dice, no somos tan liberales, ni tan de mente abierta, como en todos lados se afirma. Y ojo, no estoy diciendo que esté de acuerdo en las manipulaciones a las que semejante tema se presta por parte de ambos lados de la discusión, lo único que en estoy diciendo, es que muchas veces se sojuzga más severamente a quien habla de cómo los seres humanos se ven, –por los más diversos motivos–, manipulándose los unos a los otros, que a quienes verdaderamente terminan ejerciendo tal manipulación.

Lo que no significa, ni que esté de acuerdo que la manipulación sea ética. O que ese tenga porque ser un referente con el que conformarse, y mucho menos que sea humanamente útil. Como tampoco significa que desconozca que las manipulaciones emocionales se reparten por partes iguales independientemente del género. Que ya lo he dicho en otras oportunidades: la miseria humana no distingue de géneros; lo mismo hay mujeres manipuladoras y/o chantajistas, que tipos que rutinariamente deciden dar lo peor de sí. Pero ojo, que semejante cuestión no sea, ni deseable, ni mucho menos agradable de vivir, no va impedir que suceda. Luego entonces, haríamos bien por salud personal y hasta social, discutir estos temas más seguido, y encima hacerlo libres de tapujos y/o prejuicios.

Algo que nos urge pero en serio. Porque si realmente aspiramos a tener y/o desarrollar mejores relaciones de amistad, lo mismo que de pareja, es preciso que estos y otros temas parecidos se discutan con mayor frecuencia, libres de condicionantes moralizantes. En ese sentido, cabe advertir que se trate del tema del que se trate, no se hace falta de ser un gran experto para terminar entendiendo que los sesgos interpretativos extremistas y/o poco realistas, son siempre muy malos referentes para desarrollar discusiones serias.

Luego entonces es preciso decir las cosas como realmente son, y no como es que nos gustaría que fueran. Porque será eso, o ver que se sigan replicando las condiciones necesarias para que más de uno, sea hombre o mujer, termine severamente lastimado. Y ojo, que uno siendo hombre, pueda ser auténtico amigo de una chica, no va impedir que pueda haber atracción; de idéntico modo, que una mujer pueda ser auténtica amiga de un hombre, no va impedir que este amigo, o incluso todos sus amigos, puedan sentirse atraídos por ella.

Insisto, se tiene que hablar las cosas como realmente son, y no en cambio como es que nos gustaría que fueran, o peor aún con referentes moralizantes o poco o nada realistas. Tampoco tiene porque ser el fin del mundo reconocer que las relaciones humanas –y más por mucho las que se dan entre hombres y mujeres–, se prestan con más frecuencia de lo que creemos, a muchas manipulaciones. Capaz si comenzáramos a ver estos y otros temas del estilo con mayor apertura y realismo, tendríamos mejores posibilidades de librarnos de problemas innecesarios.

Diferente es que muchos no quieren o pueden reconocerlo, porque hacerlo implica terminar de sacarse la venda de los ojos, no sólo en el tema de la amistad entre hombres y mujeres, sino con muchos temas que van encadenados. Porque temas semejantes como la atracción y la manipulación a la que muchas veces se presta, repercuten en los más diversos escenarios que no necesariamente se quedan en lo afectivo, tal es el caso de negocios, imagen personal, opinión pública, carisma y liderazgo político. Pero este es un tema tan amplio, que capaz lo dejo para otra ocasión; y que cada cual saque sus propias conclusiones.

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