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sábado, noviembre 23, 2024

EL PRIMER DÍA DE CLASES

Es el primer día de clase. Todavía no amanece, el ambiente es frío y el cielo nublado. Los niños inscritos en algún plantel de educación primaria, despiertan y se apresuran a salir de casa. Llevan en sus espaldas el compromiso de estudiar, de cumplir con los requerimientos iniciales de su profesor, y por supuesto, de aplicar en su entorno las medidas de seguridad para evitar contagios. Y eso que apenas son unos pequeños niños, que guardan en su mochila un delicioso lonche con sabor maternal.

Es el primer día de clase, y lo primero que los niños tienen que hacer, es portar con toda pulcritud y elegancia el uniforme escolar, el uniforme que según el discurso los identifica como integrantes de una determinada institución, los democratiza e incluye entre sus compañeros, y los distingue socialmente como la clase estudiantil. Tres días a la semana usará el uniforme de gala con pantalón o falda, camisa o blusa, chaleco, suéter, zapatos formales de vestir, y dos días el uniforme deportivo, que incluye pants, chamarra, playera y un par de tenis. Los uniformes escolares son útiles y muy prácticos, pero no son baratos, y es posible que algún padre de familia no tenga los recursos económicos para adquirirlos, al menos por el momento.

Es el primer día de clase, los niños llevan un gran paquete de libretas forradas con un color diferente cada una, según la materia, y con papel contac, para que duren todo el curso. Entre sus útiles escolares puedes encontrar lápices del número 2, bolígrafos negro, azul y rojo, un bicolor, colores de los grandes, un ábaco, un juego de geometría flexible, con todo y compás, gomas de migajón, sacapuntas, pegamento blanco, 50 hojas de papel ecológicas de color blanco, 20 hojas iris, 4 marca textos de tono pastel, plumones permanentes, crayolas, un libro para colorear grueso, un cuento didáctico, un rompecabezas de madera, un tangram, cartulinas, botes de lámina de 400 gramos pintados para la clase de educación física, todo bien etiquetado para que no se confundan ni se extravíen. Y de uno a cuatro plumones para pintarrón, para el uso comunitario de la maestra de grupo. Todos esos útiles son herramientas escolares esenciales para el aprendizaje y el desarrollo de conocimientos de los niños, pero no son baratos, y es posible que algún padre de familia no tenga los recursos económicos para adquirirlos, al menos en su totalidad.

Es el primer día de clase, los niños tienen que trasladarse al plantel y muchos necesitan hacerlo en transporte público. Están a expensas de la calidad y eficiencia de las rutas de camiones y de la disponibilidad y astucia del servicio de taxi. Y por más temprano que se levanten y por más pronto que lleguen al parabus o a la esquina más cercana de su casa, no existe garantía de que tendrán acceso inmediato al transporte, y mucho menos, existe certeza de que llegarán oportunamente a su destino, sobre todo, cuando las constructoras de obras públicas tienen bloqueados kilómetros de avenidas y calles principales, en donde comúnmente prevalecen los cuellos de botella para el tráfico vehicular, y olvídate si se presentara una inesperada lluvia intensa, que ocasione el cierre de puentes y pasos a desnivel en un ciudad donde todos transitan por el mismo lugar, donde todos recurren a las mismas vías rápidas y optan por las mismas vías alternas.

Es el primer día de clase, la mayoría de los niños ya tiene aportado el pago de una cuota voluntaria, ya acreditaron estar vacunados, ya fueron representados por un adulto para el aseo previo del salón de clase o para el mantenimiento de la escuela. Es el primer día de clase y los maestros ya tienen una semana en la institución adelantando la planeación y la organización del curso que inicia, tratando de incorporar a sus alumnos al estudio de forma normal, después de tanto encierro, de tanta educación en línea y a distancia, y de tantos altibajos.

Sin embargo, no falta un director ciego y sordo (socialmente hablando), que no tiene la capacidad de ver todos los factores que rodean la llegada de un pequeño niño de primaria a su primer día de clase. El mismo director que es incapaz de escuchar razones, porque su prioridad es ejercer todo el peso de la “disciplina”, y contra todo sentido común, impide el acceso a los pequeños estudiantes por falta de uniforme, por falta del pago de la cuota voluntaria, o por llegar unos minutos rezagados. Es el director con complejo de carcelero, que pretende tratar a los niños como infractores, a los docentes como celadores, y a los padres de familia como visitantes, que no tienen derecho ni a poner un pie más allá del portón de entrada.

Es el primer día de clase, y en estas condiciones, no existe argumento sólido y suficiente que pueda invocar un director para privar a ningún niño de esa maravillosa experiencia.

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